ORACIÓN PARA LOS ESPOSOS
Ave María, tan pura, tan bella, madre de Dios y madre nuestra.
Tenemos la osadía de darte el título de madre nuestra
a pesar de nuestra pequeñez y de ser a veces tan mezquinos.
Nosotros, los hombres, cuando nos domina el egoísmo,
cuando dejamos todos los pesos del hogar en los brazos de la esposa;
cuando llega la noche, olvidando que alguien nos espera,
sólo pensamos poner la cabeza en el diario, o escuchar el noticiero deportivo;
cuando nos asaltan las tentaciones y nos acobardamos ante ellas;
cuando reaccionamos embrutecidos, irritados ante la menor contrariedad.
Nosotras, las mujeres, cuando lo material y lo cotidiano nos absorben demasiado;
cuando somos exigentes, chismosas, fatuas o vanidosas;
cuando descuidamos la educación de los hijos;
cuando lejos de ayudar a nuestro marido a crecer,
lo queremos sólo para nosotras, en detrimento de su alma.
Cuando nos tornamos suceptibles, desagradables.
Nosotros, los dos, olvidamos frecuentemente nuestra calidad de hijos de Dios.
Aunque tengamos tanta buena voluntad, nuestro espíritu, sin embargo,
es muy inconstante y nuestra voluntad muy frágil.
Por eso, estamos los dos, aquí, pidiéndote ayuda.
Para que nuestro amor permanezca sólido y grande,
a fin de que no sea un beso furtivo o un efímero encuentro,
y sepamos olvidar nuestras propias preocupaciones para pensar un poco en las del otro...
Haz que formemos los dos un sólo corazón y una sola alma,
en la alegría como en el dolor;
unidos para enfretar la vida, sus dificultades, sus combates;
unidos para educar a nuestros hijos, haciendo de ellos
hombres y mujeres que cumplan con su deber;
unidos para la felicidad, unidos para el sufrimiento, por un amor que crece y santifica.
Aquel amor que, modelo de las esposas u de las madres,
oh María, nos enseñaste en la humilde casa de Nazaret.
María, madre nuestra, ayúdanos a parecernos un poco a Ti.
Esto, sólo esto, te estamos pidiendo los dos.
Amén.