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Consagración a la Virgen de Guadalupe

Consagración a la Virgen de Guadalupe

 

Nos hemos congregado bajo tu tierna mirada de Madre para acoger, respetar, servir y defender la vida humana, dones maravillosos de Dios. Tú, la creyente, en cuyo vientre el verbo se hizo carne, quien es la Vida, y que con amor llevaste, Arca de la Alianza, en tus entrañas.

Repletaste de alegría la casa de Zacarías e Isabel con el anuncio de la Buena Nueva del Dios-Niño, que concebiste en la humilde disponibilidad, que imprime para siempre el sello de la incomparable nobleza de la maternidad.

Bendita entre todas las mujeres, bendices a todas las madres en cuyo seno germina y despunta la vida.

Virgen Santa, Luz, Ternura en el santuario de la familia de Nazaret, ejemplo y modelo perfecto de la comunidad familiar que tiene como centro al Hijo, a Jesús, enseña a todos los hogares de América Latina a ser Iglesia Doméstica, Santuario de la vida, en donde el concebido no nacido es amado y respetado como Jesús, como persona humana, que crece protegido y dignificado en un amor que conoce la fecundidad del dolor y de la cruz.

Bendice a todos los Movimientos que trabajan por la vida, que anuncian el Evangelio de la vida, para que nadie se atreva a arrogarse un dominio sobre la vida que sólo a Dios corresponde, único Señor de la vida.

Madre Misericordiosa, que amas con amor preferencial a los más débiles, pobres y necesitados, protege la vida de todos aquellos asediados por riesgos mayores en la "cultura de la muerte", los concebidos - no nacidos, los débiles y enfermos, los ancianos, quienes son considerados tantas veces como un pesado fardo. Que les sea reconocido, como imágenes de Dios, el derecho a vivir.

Madre de la Iglesia, en el dolor, junto a la cruz, que conservaste en tu corazón las maravillas que Dios progresivamente revelaba, acompaña a las familia y defiéndelas. Tú que con José sufriste la persecución de un rey temeroso, egoísta y cruel, enseña a los grandes de este mundo a tutelar la vida y a fortalecer la familia, por la cual pasa el futuro del mundo.

Mueve el corazón de quienes tienen medios abundantes a una activa solidaridad, abierta a todo ser humano, nuestro hermano, que multiplique el trabajo, el pan, asegure techo y educación.

Haz que tantos poderes, organismos e instituciones que se confabulan quizás hasta pensando en colaborar con la humanidad, se den cuenta de su error y doblen sus rodillas ante tu Hijo, vida del mundo, y ante la vida que germina como don de Dios junto al corazón de las madres.

Acoge, pues, Señora nuestra oración, e intercede por todos tus hijos ante Jesús, tu Hijo, que vive y reina con el Padre, en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. AMEN.