Un cuerpo incorrupto
El pequeño Mario Ángel viajó con sus papás, Celia y Felipe a Europa para visitar a una de sus tías. Ella había ingresado con las Hermanas de la Caridad, en una comunidad de religiosas en Nevers, Francia. Cuando el niño llegó al lugar se quedó admirado porque en la iglesia del convento observó que se mostraba el cuerpo de una joven mujer a través de una urna de cristal. Mario comentó: “Es como el cuento de Blanca Nieves” Y luego preguntó: “¿Está dormida esperando que un príncipe la despierte con un beso?”. Celia se sonrió y le dijo: “¡No! Es Santa Bernardita.