Pasar al contenido principal

Educar con el ejemplo

Tradición: un valor que “hace” a la familia

Tradición: un valor que “hace” a la familia

Sin duda los mexicanos somos un pueblo que atesora sus tradiciones. Esto nos viene desde nuestros antepasados indígenas, que apreciaban mucho sus “raíces” y, ciertamente, también nuestros antepasados españoles eran un pueblo con mucho apego a sus tradiciones. En otros ámbitos, como lo social, lo religioso y hasta en lo estético, las tradiciones tienen un elevado lugar en nuestra jerarquía de valores.

Tradición: un valor que “hace” a la familia

Sin duda los mexicanos somos un pueblo que atesora sus tradiciones. Esto nos viene desde nuestros antepasados indígenas, que apreciaban mucho sus “raíces” y, ciertamente, también nuestros antepasados españoles eran un pueblo con mucho apego a sus tradiciones. En otros ámbitos, como lo social, lo religioso y hasta en lo estético, las tradiciones tienen un elevado lugar en nuestra jerarquía de valores.

Artesanía familiar

Tener hijos es uno de esos asuntos que no requiere de ninguna preparación formal; pero ser un auténtico padre de familia exige el ejercicio de decenas de virtudes dentro de un esquema claro de valores y una adecuada preparación pedagógica. Es decir, entre tener hijos y ser un buen padre, existe una diferencia tan grande como la que encontramos entre un charco y el agua pura.

Autoridad moral frente a los hijos

Tal parece que hoy en día uno de los temas de mayor impacto en la opinión pública es el éxito de algunas películas; sin embargo, pienso que hay otro de importancia muy superior por sus repercusiones en la vida familiar y en el desarrollo de la personalidad de todo ser humano. Estoy hablando de la autoridad de los padres de familia frente a sus hijos, y acerca de ello me recomendaron un artículo publicado en “www.aciprensa.com” en su sección de “Matrimonio y familia”.

Adolescentes

Recuerdo que, allá por mis catorce años, además de sentirme incomprendido, tenía unas ansias enormes de gritarle al mundo que yo era yo, y por lo tanto, diferente a los demás; que tenía mis propios gustos, y podía andar por la calle sin que me pasara nada. A esa edad refería andar solo o salir con mis amigos, y aprender de ellos lo bueno, y también lo malo.

Autoevaluación para padres: ¿qué quiero para mi hijo?

Si es cierto que las virtudes están enlazadas unas con otras, no es menos que conveniente centrarse en aquellas cuyo desarrollo es más propio de la edad del hijo. En niños menores de siete años lo propio es el desarrollo del orden, la sinceridad y la obediencia. De la intencionalidad de los padres en la educación depende buena parte el éxito de la misma. ¿De qué sirve saber qué virtudes debemos potenciar si no sabemos cómo?

Ya se qué quiero ser de grande

“Ya se qué quiero ser de grande”

Los asaltantes solían esconderse en cuevas, zanjas y en vericuetos de los caminos por los que se desplazaban los viajeros de buena voluntad, que fieles a las tradiciones de sus ancestros, se encaminaban en peregrinaciones que partían desde múltiples y distintos lugares pero siempre hacia el mismo destino. Los delincuentes se aprovechaban de la fe de los creyentes y los asaltaban para robarles las pocas cosas que llevaban para el viaje.