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Comunicación

Caridad y cariño a los demás

Nunca se sabe lo que un niño va a decir: Al Leo Buscaglia, se le solicitó que fuera parte del jurado de un concurso. El propósito del concurso, era encontrar al niño más cariñoso. El ganador fue un niño de 4 años cuyo vecino era un anciano a quien recientemente se le había muerto la esposa. El niño, al ver al hombre sentado en una banca del patio y llorando, se metió al patio del anciano, se subió a su regazo y se sentó. Cuando su mamá le preguntó que le había dicho al vecino el pequeño niño le contestó:

─ "Nada, sólo le ayudé a llorar". 

Caridad y cariño a los demás

        El argumento que se repite con frecuencia, desde la antigüedad hasta nuestros días, es: "O Dios puede vencer el mal y no quiere, y entonces no es padre; o quiere vencerlo pero no puede, y entonces no es todopoderoso". A ese razonamiento respondemos: Dios quiere vencer el mal, puede vencerlo y lo vencerá. El mal físico y el mal moral. Pero ha elegido hacerlo de una manera que nosotros nunca nos habríamos imaginado.

Acercar a la gente a Dios

El Concilio Vaticano II es el concilio de nuestro tiempo y uno de los más importantes de nuestra historia. Es convocado por el Papa Juan XXIII. Cuando a Juan XXIII le preguntaron: ¿Por qué hacer un concilio? Su respuesta fue profética:

—“Porque necesitamos abrir una ventana. Necesitamos aire fresco”.

 

No se trataba de sancionar doctrinas o condenar errores. Se trataba de una renovación de la vida de la Iglesia, de tener un diálogo con el mundo. No se trataba de hacer diagnósticos deprimentes sino de dar remedios alentadores y mensajes de esperanza.

Vértigo y Éxtasis

En la vida podemos seguir dos procesos: el proceso de “éxtasis” y el de “vértigo”. Son dos formas opuestas de comportarnos: Una que nos construye como personas y otra que nos destruye; una que nos lleva a la felicidad, y otra que nos hunde en la desesperación; una inspirada en una actitud de generosidad y otra basada en el egoísmo.

“Expertos” en oración

El hombre está hecho para hacer oración. Dios espera esa confidencia nuestra. Si no vamos al paso de Dios es por falta de oración. La realidad es como la vemos en la oración. Vamos a apostarle a ser “expertos” en oración, y para ello hay que pedir ayuda al Señor y poner esfuerzo de nuestra parte. La dignidad de nuestra llamada al amor se nos descubre en la oración.  

La oración es un sí a Dios. Es lo más grato que le podemos dar: orar. San Juan de la Cruz decía que es más precioso delante de Dios un poco de amor puro que todas las obras juntas.

¿Necesito controlar los celos?

— Cuando él mira a otra, ¡no puedo soportarlo!

— Cuando ella mira a otro, ¡No lo soporto!

Reconócelo, por más que quieras, no puedes remediarlo, y fiscalizas todo lo que él o ella hace. Piensas que es normal, que es parte del amor.

¿Cuándo llegan a ser los celos un problema?

Los celos son una emoción complicada que provoca desconfianza acompañada de pensamientos de desamor hacia la persona amada. Es normal sentirlos, sí, pero no con intensidad. No es normal que sin tener motivo desconfíes de tu pareja, y la sometas a pruebas de afecto constantes.

¡Quédate con nosotros!

San Lucas cuenta el episodio de los discípulos de Emaús: El mismo día que la Magdalena vio a Cristo resucitado, dos de los discípulos iban a Emaús. La beata Ana Catalina Emmerick dice que eran Cleofás y el mismo Lucas. Los dos discípulos conversaban entre sí, cuando  de pronto un desconocido se les unió: 

¡Necesito el amor verdadero!

El ser humano no puede vivir sin amor. La vida no tiene sentido sin el amor, pero el amor verdadero, capaz de sacrificios, capaz de vivir la pureza por el bien del otro y por el bien propio.

 

El Papa Benedicto XVI dice que “cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario” (24-IV-2005). La fe es el criterio que define nuestro estilo de vida.

 

María

María es un monumento de caridad,

maestra de todas las virtudes.

Es nuestro modelo.

¡Nunca podremos imaginar

lo grande que es María!

Está toda revestida

de la Palabra de Dios.

Aquél "conservaba todas las Palabras

en su corazón " (cf. Sal. 119,11)

significa que las vivía.

María era totalmente la Palabra,

sólo la Palabra.

Ser la Palabra viva

significa revivir en la tierra a María.

Si, al tratar de amar,

el amor se hace recíproco,

Cristo reina entre dos o más.

María, una misión y una respuesta

Muchas veces, escuchamos a personas que hablan de María, cómo si fuera alguien muy distinto a nosotros y por lo tanto, alguien a quien no se puede imitar porque está muy lejos de ser una persona como cualquiera de nosotros. Resulta ser todo lo contrario, a María la debemos imitar todos.

María era una persona, igual a cada uno de nosotros, no sabía que era una criatura excepcional y le costaba hacer las cosas, igual que a cualquiera. Y nosotros podemos encontrar en ella muchas cosas que imitar.