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Cordero de Dios

Volver a empezar

Si una mañana despiertas con ganas de nada,
si ni siquiera te alienta abrir una sola ventana,
no dejes que tu alma se seque,
retoma su antigua esperanza.
 
Si una tarde cualquiera recorres la estrecha vereda,
si respiras profundo y no hueles lo que te rodea,
detente un segundo y suspira,
tu sangre recobra la vida.
 
Porque siempre hay tiempo para volver a nacer,
siempre hay tiempo para volver a vivir,
siempre hay tiempo para volver a empezar
lo que nunca pudiste terminar.

Oye, Padre

Oye, Padre, el grito de tu pueblo.
Oye, Cristo, ven y sálvanos.

El pueblo gime en su dolor,
ven y sálvanos.
A Dios levanta su clamor,
ven y sálvanos.

El pueblo esta en la esclavitud,
ven y sálvanos.
El pueblo clama libertad,
ven y sálvanos.

Jesús será el liberador,
ven y sálvanos.
Su brazo es fuerza del Señor,
ven y sálvanos.

El pueblo empieza a caminar,
ven y sálvanos.
Vencida queda la opresión,
ven y sálvanos.

Vive Dios

Cuando sientes que se queman
tus entrañas por amor
y te entregas al llamado sin temor,
cuando están en armonía voluntad y corazón,
te iluminas y en tu cuerpo vive Dios.

Vive Dios, por siempre vive Dios
en tu vida y en tu historia vive Dios.
Vive Dios, por siempre vive Dios
por tu muerte y por tu gloria vive Dios.

Cuando estás en la penumbra
aguardando lo peor
y desprecias la existencia y su valor
si no encuentras un sentido anda y busca en tu interior
y verás que aún en tu cuerpo vive Dios.

Vengo a ti

Vengo a Ti, oh Señor,
a rendir mi corazón.
Quiero más de Ti.

Toma mi necesidad,
dame tu preciosa paz.
Quiero más de Ti.

Dame, dame, dame más de Ti,
bendito Señor.
Dame, dame, dame más de Ti,
yo quiero más de Ti

 

Tú eres mi Dios

Tú eres mi Dios 
  

Tú eres mi Dios,
sólo Tú mi alegría
ampárame, oh Señor.  (bis)

Se alegra mi alma y corazón
y mi cuerpo descansa seguro
pues Tú no me dejas por muerto
y no me abandonas a la  fosa.

Tú eres mi Dios, mi Señor
mi gozo se encuentra en Ti
Tú eres mi único bien
nada se compara a Ti.

Tú, Señor eres mi todo
Tú me colmas de bendiciones
mi vida está en tus manos
hermosa es la herencia que me toca.

Te alabo

Aún en la tormenta,
aún cuando arrecia el mar;
te alabo, te alabo en verdad.

Aún lejos de los míos,
aún en mi soledad;
te alabo, te alabo en verdad.
 
Pues sólo a Ti te tengo, Señor
pues Tú eres mi heredad;
te alabo, te alabo en verdad (bis).
 
Aún en la tormenta,
aún cuando arrecia el mar;
te alabo, te alabo en verdad.
Aún sin muchas palabras,
aunque no sé alabar;
te alabo, te alabo en verdad.

Pues sólo a Ti te tengo...

Tú, mi hermano

Porque tuve hambre, porque tuve sed
y me diste pan, y agua de beber.
Porque anduve solo y me viniste a ver,
un poco de cielo pude conocer.

Porque andaba triste, cansado y con frío
y me diste alegre tu calor de amigo.
Porque me sanaste cuando estuve herido,
yo sentí en tus manos las de Jesucristo.

Yo te digo eres mi hermano,
tú porque supiste amar.
No es tiempo perdido
tiempo que se da,
no es tiempo perdido
tiempo que se da.

Si yo no tengo amor

Si yo no tengo amor
yo nada soy, Señor. (bis)

El amor es comprensivo,
el amor es servicial,
el amor no tiene envidia,
el amor no busca el mal.

El amor nunca se irrita,
el amor no es descortés,
el amor no es egoísta,
el amor nunca es doblez.

El amor disculpa todo,
el amor es caridad,
no se alegra de lo injusto,
sólo goza en la verdad.

El amor soporta todo,
el amor todo lo cree,
el amor todo lo espera,
el amor es siempre fiel.

Soneto a Jesús crucificado

No me mueve mi Dios, para quererte,
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido,
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme al verte,
clavado en esa cruz y escarnecido.
Muéveme al ver tu cuerpo tan herido,
muéveme tus llagas y tu muerte.

Muéveme, en fin tu amor de tal manera,
que aunque no hubiera cielo yo te amara,
y si no hubiera infierno te temiera.

Siempre has sido tú

Siempre has sido tú
 

Jesús, me abriste tu puerta
para que entrara contigo
y en tu casa, deje de ser peregrino.

Jesús, en el amor he llegado a conocerte,
en tu misericordia a comprenderte
y en mi cruz, a quererte.

Siempre has sido Tú
quien habló primero,
compañero de tantos caminos
tus manos siempre se ofrecieron.

Siempre has sido Tú
quien amó primero,
quien cargó con mi cruz para ver
que no cayera al suelo.