Mis queridos hermanos en el sacerdocio:
Paz en Cristo Sumo y Eterno Sacerdote.
Estamos al final del año Paulino, acontecimiento que estoy seguro cada uno lo ha vivido con diferente intensidad, sin duda ha sido un año de gracia para la Iglesia y para cada uno en particular. Pablo, el Apóstol que se encontró con Jesús en el camino de Damasco, nos enseña a ponerle a Él como centro de toda nuestra vida y poder decir: “para mí la vida es Cristo” y como él mismo lo afirma “todo lo demás” pasa a segundo lugar.
El Papa Benedicto XVI el día 16 de marzo en la Asamblea Plenaria de la Congregación para el Clero nos ha sorprendido con una buena nueva, ante los miembros de dicha Congregación anunciaba la convocación del “Año Sacerdotal” en ocasión de los 150 años de la muerte del Santo Cura de Ars, Juan María Vianney, modelo de pastor al servicio del rebaño de Cristo. El comienzo de este año de gracia tendrá lugar el 19 de junio, solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, con duración hasta esa misma fecha del año 2.010. El Objetivo de este acontecimiento eclesial según el Santo Padre es “redescubrir la belleza y la importancia del Sacerdocio y de cada sacerdote”, se quiere “favorecer esta tensión de los Sacerdotes hacia la perfección espiritual de la cual depende, sobre todo, la eficacia del ministerio”, y a la vez sensibilizar a todo el pueblo de Dios de la importancia de la vocación y la llamada que el Señor sigue haciendo hoy al ministerio ordenado.
El Lema que marca la espiritualidad de este evento y que debe animar nuestro ministerio y nuestra reflexión nos indica la relación que debemos tener con el Señor: “Fidelidad de Cristo, fidelidad del Sacerdote”, para indicarnos la primacía absoluta de la gracia de Cristo, “nosotros amamos porque Él nos amó primero” (1Jn 4,19).
Estamos viviendo en Bolivia y en nuestra Santa Cruz, momentos fuertes de crisis en todos los órdenes, es preciso que como presbíteros y en sintonía con Aparecida, demos testimonio de una espiritualidad centrada en la experiencia personalizada en Cristo. Así mismo, ante tantas decepciones y tantas indefiniciones de hermanos nuestros en el ministerio, el Santo Padre nos propone un ideal del que no podemos desprendernos, somos sacerdotes en función de la elección que Cristo nos ha regalado para ser sus ministros y testigos.
No es un añadido más, o un tema nuevo que pueda distraer la tensión que tenemos como Iglesia en Bolivia y en Santa Cruz con la Misión Permanente. El Papa dice claramente en dicho discurso “La dimensión misionera del presbítero nace de su configuración sacramental con Cristo Cabeza, la cual conlleva, como consecuencia, una adhesión cordial y total a lo que la tradición eclesial ha reconocido como la apostólica vivendi forma. Est consiste en la participación en una “vida nueva” entendida espiritualmente, en el “nuevo estilo de vida” que inauguró el Señor Jesús y que hicieron suyo los Apóstoles”.
Mis querido amigos y hermanos en el sacerdocio, el Santo Padre nos ofrece este año privilegiado como un instrumento de gracia que tenemos como Presbiterio de Santa Cruz, para junto a nuestro Arzobispo y Pastor el Cardenal Julio Terrazas, llevar adelante la gran tarea de evangelizar con nuevo ardor y generosidad a nuestro pueblo en este comienzo de la misión, tarea que debemos realizarla con alegría, dedicación y en profunda comunión.
Ser sacerdote hoy sigue siendo un don extraordinario, y como decía el santo Obispo Don Manuel Gonzáles, también “un misterio de poder en la debilidad, de riqueza en la pobreza, de influencia transformadora y vencedora, en definitiva, en la humanidad y en el silencio, la vida y la acción de un sacerdote santo, como el Cura de Ars, es misterio sobre misterio”.
Se ha conformado una Comisión que nos ha de animar con materiales de reflexión para profundizar los diferentes temas que conlleva nuestro ministerio. Así mismo informarles que la apertura de este Año Sacerdotal lo inauguraremos durante la Asamblea del Presbiterio los días 10 y 11 de agosto, en la Eucaristía que tendremos en la Basílica Catedral el día 10, festividad de San Lorenzo patrono de nuestra Arquidiócesis.
Todo un año para vivir nuestro ministerio en comunión con nuestros feligreses y con la capacidad y la osadía de contagiar a otros jóvenes ese tesoro maravilloso, que Jesús Buen Pastor, ha depositado en nuestras manos, manos frágiles cierto, pero a la vez manos fuertes y misericordiosas por la unción del Santo Crisma, y abiertas para bendecir, animar, perdonar y estimular a quienes lo necesiten.
Damos gracias a Dios por las palabras que nos dirigen los obispos en Aparecida cuando nos dicen: “El Pueblo de Dios siente la necesidad de presbíteros-discípulos: que tengan una profunda experiencia de Dios, configurados con el corazón del Buen Pastor, dóciles a las mociones del Espíritu, que se nutran de la Palabra de Dios, de la Eucaristía y de la oración” (A 199).
Que el Señor Jesús nos llene de ese santo celo pastoral que animó a nuestros Patrono San Juan María Vianney.