“Todo lo que esté en su poder para investigar acusaciones, llevar a la justicia a los responsables y tomar medidas eficaces para proteger a los jóvenes en el futuro”, prometió Benedicto XVI en la isla mediterránea de Malta, al recibir a 8 supuestas víctimas de sacerdotes pederastas.
Por primera vez el Papa recibió a presuntos violados por religiosos, en este viaje a la isla en donde San Pablo naufragó hace 2000 años y, en tres meses de predicación fundó una floreciente comunidad cristiana en la población de Rabat.
“El clima fue intenso pero sereno. Ha habido sonrisas, algunas bromas y en general se ha vivido con conmoción, pero sin temor ni opresión”, dijo sobre la reunión el P. Federico Lombardi, vocero del Vaticano, que asistió a ella con los obispos de Malta y Gozo, quienes la solicitaron al Papa y conocían a las víctimas, que hoy tienen de 30 a 40 años.
Con lágrimas en los ojos, Su Santidad pidió perdón a los ofendidos, y exhortó a los sacerdotes y obispos del mundo entero a llevar a la justicia civil a los sacerdotes pedófilos, a no concretarse a aplicarles sanciones canónicas y, mucho menos, a encubrirlos.
La entrevista –en la Nunciatura en Rabat- fue emotiva y la primera de un Papa con víctimas del abuso sexual de curas (del orfanato Saint Joseph Home) que acusaron a 7 victimarios, a quienes denunciaron ante los tribunales en 2003 sin éxito; 3 viven en Malta y 4 en Roma.
Fue la segunda vez que Benedicto XVI promete llevar a la justicia civil a sacerdotes pederastas. La primera fue en reciente carta a los católicos de Irlanda, y quedó atrás la conducta tradicional eclesial de echar tierra a estos delitos, que dejaban impunes para evitar el escándalo.
A lo sumo los curas pederastas recibían penas internas, o eran extorsionados -o sus superiores- por vivales, para que no trascendieran sus fechoría, sin ser sancionados.
El Sumo Pontífice escuchó en Malta otro reto, en un encuentro con seminaristas, uno de ellos le expresó la inquietud que los sacude ante el escándalo pederasta –magnificado por los medios:” Queremos integrarnos a una sociedad que no tiene lugar para nosotros. ¿Qué debemos hacer?”
Y el sucesor de Juan Pablo II agarró el toro por los cuernos, lo que molestó a los enemigos de la Iglesia que rechazan verla indemne y tomaron la pedofilia clerical de pretexto para desprestigiarla, y aun llegaron a exigir la renuncia de Benedicto.
El viaje del Sumo Pontífice a esta isla, situada a 50 kilómetros al sur de Sicilia, se da cuando él acaba de cumplir 83 años de vida y 5 de pontificado, en medio de una de las crisis más terribles que ha sufrido la Barca de San Pedro.
Por desgracia, expresiones desafortunadas de unos prelados sobre las acusaciones de pedofilia en nada ayudan a la Iglesia, como atribuir las faltas al libertinaje sexual de la sociedad moderna, y a la defectuosa educación que se imparte en la materia, que son ciertos, pero no pueden asumirse de excusa para eludir el problema.
También se exagera al englobar a todos los sacerdotes como pedófilos sin ponderar que éstos son una proporción reducida (censurable y preocupante) y que hay miles de santos y santas, que benefician a la Humanidad con sus actos y oraciones.
Si se falló al no enfrentar esta terrible crisis con contundencia, Benedicto XVI marcó la pauta y advirtió lo grave del problema cuando dijo a Irlanda católica: “lo que no hicieron siglos de persecución lo ha hecho el abuso sexual de niños y adolescentes por parte de religiosos”.
Si los curas pedófilos traicionaron a la iglesia, recordemos que cuando Judas lo hizo con Jesús, El -con su pasión, muerte y Resurrección- alcanzó la victoria más grande de la Historia; es hora de que los mejores hombres de la Iglesia la hagan resurgir, al lado de Benedicto XVI. Ya dijo El: “Tengan confianza, que yo he vencido al mundo” .