Curiosamente desde 1928, cuando un joven sacerdote llamado Josemaría Escrivá comenzó a predicar sobre la posibilidad de que “la gente de a pie” tienda a la santidad -pues así nos lo pide Dios a todos- no han faltado quienes desconfiadamente han estado buscando “la otra cara del Opus Dei”.
Algunos afirmaron que aquello era una herejía, otros críticos -por no decir criticones- veían en sus apostolados un disfraz de corte político, y como los miembros de esta institución católica no usan distintivos externos, dedicándose a todo tipo de labores honestas: estudio, trabajos intelectuales, comercio, enseñanza, hogar…, sin publicar su participación en ella se le acusa de organización secreta.
Para quienes tienen interés en conocer sobre la naturaleza y los apostolados de lo que ahora se conoce como Prelatura Personal del Opus Dei se cuenta con una página oficial en Internet en http://www.opusdei.org
En el ambiente se percibe un cierto aroma anticatólico, es algo parecido al tema de la contaminación ambiental, que en definitiva no beneficia a nadie, pues al lastimar la autoridad moral de la Iglesia se obstaculiza uno de los mejores recursos con los que cuenta la humanidad para dar a conocer la doctrina de Cristo.
Mons. Rafael. Fiol escribía: “Desde la Ilustración llega a nuestros días, a través de toda la modernidad, ese talante secularizado -que llevaba a Dostoiewski a preguntarse si un hombre culto de nuestros días todavía puede creer en Dios-, y que se ha manifestado de tantas formas: desde Hegel para quien la oración del hombre moderno debería hacerse con la lectura de los periódicos, hasta los amargados que piensan que siempre se hace demasiado ruido cuando se habla de Dios.
“Bajo el influjo de toda esa atmósfera cultural que llamamos secularismo, el hombre de hoy se pregunta en qué consiste de veras el cristianismo, y también quién es Cristo. Se pregunta hasta dónde debe él “manejarse por su cuenta”, al margen de Cristo, y desde dónde debe acordarse de El y ponerse en sus manos. En los últimos decenios algunos han contestado de manera diferente a esta pregunta, excluyendo a Dios de la esfera del mundo.
“San Josemaría Escrivá viene a decirnos que aquella pregunta está mal formulada. No hay que establecer un reparto entre las cosas de Dios y las de los hombres. Cristo no empieza donde terminan los asuntos que podemos resolver con la técnica o la ciencia.
“San Josemaría, que no quería otra cosa sino ser fiel al Evangelio, también insistía que se puede ser plenamente discípulo de Cristo en medio del mundo. Enseñaba que no hay que separar la oración de las matemáticas, ni de los cálculos del ingeniero, las fatigas del campesino o los desvelos de la enfermera. Todo eso ha de convertirse en oración y eso puede cambiar el mundo. Dios, por otra parte, no es un talismán para los momentos de apuro, sino un Padre con todo lo que eso es que nos ama con ternura infinita”.
Para ser sinceros habremos de reconocer que “la otra cara” son los defectos personales de quienes formamos parte del Opus Dei, pero esos los tendríamos aunque no formáramos parte de esta institución.