Decía hace unos días que estoy leyendo todo lo que publica el New York Times sobre el tema de los abusos (y de la caza al Papa, habría que añadir) durante estas semanas. Repesco ahora un dato que me llamó la atención: en su borrachera numérica, el diario norteamericano se refirió en dos crónicas a que las víctimas de abusos sexuales en Irlanda ascendían a “cientos de miles de jóvenes”. Supongo que alguien les diría que se les había ido la mano. En efecto, introdujeron una corrección en la que precisaban que no eran cientos de miles, sino “decenas de millares” (ver aquí y aquí).
¿Decenas de millares?
Sobre el caso irlandés se han publicado dos informes gubernamentales. El primero (Ryan Report, mayo 2009) trata de la situación en los internados irlandeses (1914-2000). En su día escribí que el informe explica que usa el término “abuso” en su acepción más amplia: no se refiere solo a abuso sexual sino, sobre todo, a abuso físico (castigos, violencia), psicológico y, en general, dejadez, abandono, malas condiciones de vida, alimento, bajo nivel sanitario. Los datos, referido a 25.000 alumnos de escuelas, reformatorios y orfanatos en este periodo, recogen 253 acusaciones de abusos sexuales a chicos y 128 a chicas. No todas están atribuidas a sacerdotes, religiosos o religiosas; son casos de diversa naturaleza y gravedad, rara vez referidos a impúberes. El otro informe (Murphy Report) se centra en la diócesis de Dublin y fue publicado en diciembre de 2009. La comisión identificó 320 personas abusadas desde 1974 a 2004; y otras 120 desde 2004 a 2009.
Lo he dicho mil veces, pero no me importa repetirlo de nuevo: un caso ya habría sido demasiado. Al mismo tiempo, hay que reconocer que no es lo mismo referirse a “decenas de millares”, como hace indulgentemente el New York Times, que a varios centenares, como muestran los informes publicados por la autoridad civil. No se trata de disminuir el problema sino de mostrar los niveles del delirio, y de camino comprobar que la única institución que ofrece datos y está haciendo cosas concretas para resolverlo es precisamente la Iglesia.