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Colaboración en la familia

Este es un valor familiar que, según muchos, está perdiendo importancia. Actualmente, según algunos estudios, ocuparía el séptimo lugar en los valores de la familia mexicana.

Es un valor muy relacionado con el de solidaridad, que ya mencionamos en otra colaboración, pero es algo más relacionado con la familia y los conocidos cercanos, mientras que la solidaridad puede ser algo más amplio. También es algo más cotidiano, más de todos los días.

En su sentido original, el término quiere decir trabajar en conjunto (co - laborar), muy cercano al término cooperar (operar en conjunto). Algunos lo ligan al valor de servicialidad, en el sentido de los pequeños servicios que se prestan unos a otros los miembros de una familia. Es el valor que nos lleva a contribuir al trabajo de la familia, sea este el trabajo del hogar, el trabajo del campo o el trabajo en un negocio familiar, por ejemplo.

La colaboración es uno de los frutos de la unión familiar, pero también puede ser una de las maneras de fomentar y acrecentar esa unidad. En algunos medios esa colaboración se ve sobre todo entre la mamá y los hijos (muchas veces solo las hijas). Tal vez como fruto de nuestro acendrado machismo, no se considera, a veces ni siquiera se espera que el papá tome parte en esa colaboración, o se restringe solo a algunas actividades “para hombres”.

¿Se está perdiendo (en el sentido de ocupar un lugar menor en la jerarquía) este valor? En esto se tiene una división de opiniones. Muchos opinan que si, y dan como motivo el crecimiento del individualismo, esa actitud que nos lleva a poner el valor del bien personal por encima de todos los demás valores. Efectivamente, si todos tuviéramos como valor principal nuestro propio bienestar, y solo viéramos lo inmediato, la colaboración con otros deja de tener sentido. Mi descanso, mi comodidad, mis ocupaciones, siempre serían motivo suficiente para no colaborar con otros miembros de la familia. Cuando tomamos otra visión más amplia, las cosas empiezan a cambiar. A largo plazo la colaboración es un “hoy por mí, mañana por ti”, que nos fortalece, que hace que podamos ir más allá de lo que nos permiten nuestras fuerzas personales. Muchas veces el secreto del éxito de los negocios familiares está en este valor de la colaboración, que ocupa en los negocios familiares prósperos un lugar muy elevado, y en los negocios familiares deficientes, está ausente o muy disminuida. Otro aspecto importante es que, a la larga, los frutos de la colaboración en el seno familiar son los de unidad, amor, aprecio mutuo, apoyo, consideración por las necesidades de los demás y, de fondo, una situación así es más placentera y más conducente al bien personal de cada miembro de la familia, que la de aquellos que, por ver a corto plazo su comodidad y sus intereses, no construyen un ambiente familiar agradable. Si viéramos con visión de largo plazo, nos daríamos cuenta de que nos lleva a mayores satisfacciones la colaboración, que el individualismo. Por desgracia, no nos damos cuenta de ello. ¡Cuán ciegos somos para nuestro verdadero bien!

Hay una opinión minoritaria, pero muy calificada, en otro sentido. Los especialistas en apoyo a la familia (psicólogos, terapeutas familiares, psiquiatras) ven en este individualismo reflejado en falta de colaboración, sobre todo de los hijos, un fenómeno temporal, propio del choque de valores que se da entre generaciones y que forma parte de la reafirmación de la persona y la formación de su propia escala de valores. A diferencia de la población en general, estas personas ven este individualismo como un fenómeno transitorio y, dicen, una vez que los hijos superan ese conflicto con los valores tradicionales, los revaloran y los vuelven a adoptar, no necesariamente de la misma manera, posiblemente descubriendo nuevas formas o nuevos campos de colaboración. Citan, por ejemplo, el hecho de que entre los matrimonios jóvenes es más frecuente que el marido asuma tareas que antes se consideraban “cosas de mujeres”. Puede ser. Ojalá tengan razón; sería un signo muy alentador.

Al final de cuentas, lo que importa es cual es el motivo de esa colaboración. Cuando se colabora por amor, hasta la tarea más pesada se vuelve una fiesta. Cuando se colabora por interés, la motivación es débil y dura poco; fácilmente domina el egoísmo. Ojalá todos aprendamos a hacer de nuestra colaboración con nuestra familia un signo visible de lo mucho que los queremos.