Sabiendo que nuestras conductas puedan transmitir mensajes y causar reacciones en las demás personas, ahora queremos abordar el tema de los malentendidos. La característica más peligrosa de los malentendidos es que pueden existir sin darnos cuenta... hasta que exploten.
Simplificando mucho el tema de la comunicación, podemos decir que ésta consiste en un transmisor, un receptor y un mensaje. Aunque sabemos que estos tres elementos están interactuando continuamente, normalmente cuando decimos una cosa, esperamos que los demás entiendan justo aquello y no otra cosa. Pero muchas veces no es tan sencillo, ni tan fácil, porque la otra persona puede tener reacciones y sentimientos que nunca fue mi intención provocar. Este es el hecho del que quisiera que tomarais nota y que lo recordaseis en vuestra vida de matrimonio. Empecemos a ver este problema en relación con el siguiente caso donde un marido llega a una reunión familiar donde estaba su esposa y nos dice:
* Mi esposa se enfadó mucho porque saludé a mi hermana antes que a ella.
El señor en cuestión insistía en que había saludado a las personas en ese orden sólo por la colocación de las mismas en la sala. No tenía ninguna otra intención. Otro caso del mismo género es el siguiente.
* Mi esposa organizó una cena sin avisarme con anticipación y, además, coincidió con la noche del fútbol en TV. Yo no dije nada y lo tomé con resignación. Pero cuando las visitas se fueron, ella estuvo muy molesta conmigo. No entendía por qué y se lo reclamé pues consideraba que era yo quien había hecho el sacrificio. Me dijo que se sentía muy mal con los invitados por la mala actitud que yo había tenido durante la cena. Sorprendido le expliqué que no era así, que yo había renunciado de buen modo a mi partido de fútbol. Pero ella me contestó: “tu cara larga me decía otra cosa”.
Aquí tenemos dos ejemplos de interferencia en la relación humana y en la comunicación. En el primer caso vemos cómo el marido (= transmisor) quiso saludar a todos (= mensaje) pero encuentra que su esposa (= receptor) interpreta otro mensaje. En el segundo caso también el marido quiso hacer su mejor esfuerzo (= mensaje), pero su esposa percibe otra cosa (por la comunicación no verbal del esposo). En ambos casos, de manera no intencional, se provoca una reacción en la otra persona, que nunca fue pretendido.
Cuando hablamos de la gota que derrama el vaso, y nos preguntamos por dónde entran las gotas, aquí tenemos uno de los agujeros más comunes en las relaciones humanas. En mi opinión, muchos problemas comienzan así -sin darnos cuenta de las reacciones que causamos- y cuando se prolongan durante mucho tiempo los resentimientos provocan las explosiones. Lo que sigue es un intento de análisis de este fenómeno y de cómo se debe manejar.
Está claro que las reacciones emocionales como las de estas mujeres pueden deberse a muchas cosas: cansancio, acumulación, sensibilidad especial, actitudes negativas, problemas anteriores, etc. y, para una solución del problema, será necesario que ellas también pongan de su parte. Pero ahora quiero fijarme en los maridos: ¿cómo deben ellos comportarse si quieren una buena comunicación y una solución al problema?
Las palabras y/o acciones pueden provocar reacciones que nunca pretendiste y que nunca imaginaste.
No te fíes de tus buenas intenciones.
No siembres vientos porque cosecharás tempestades