+ Rodrigo Aguilar Martínez, Obispo de Tehuacán
Está llegando el tiempo de vacaciones de verano, que incluye sobre todo a los estudiantes, maestros y personal de apoyo en las escuelas; es ocasión favorable para tener vacaciones en familia, pues acomodan en este tiempo vacaciones laborales.
Las vacaciones son tiempo de descanso, merecido por el trabajo intenso; pero también solemos decir “descansar haciendo adobes”, porque descansar no quiere decir flojear, sino cambiar de ritmo de vida para dedicarse a fondo en otros aspectos necesarios por atender en lo personal, familiar o social.
Vuelvo al tema de las vacaciones, dada la vivencia que puedan estar teniendo muchas personas e incluso familias.
Hay tradiciones muy arraigadas en gran parte de la población creyente, en orden a celebrar el mes de mayo como dedicado a la Virgen María. Ciertamente no es algo que se fundamente en la liturgia de estos días, sino en la piedad popular; pero esto no quiere decir que sea una devoción falta de contenido profundo. De hecho la devoción a la Virgen María de ninguna manera se puede catalogar como superficial o sentimental, sino la más adecuada para encontrar y seguir en ella el prototipo del discipulado y el testimonio de Jesucristo.
La fiesta de san José es muy celebrada en nuestros pueblos y familias. Aunque esta fiesta no forma parte de la Cuaresma, no nos hace interrumpirla, puesto que nos ayuda también a orientarnos, con el testimonio de san José, en la vida y la misión de Jesucristo.
Quiero referirme a dos hechos mencionados en los Evangelios.