Está llegando el tiempo de vacaciones de verano, que incluye sobre todo a los estudiantes, maestros y personal de apoyo en las escuelas; es ocasión favorable para tener vacaciones en familia, pues acomodan en este tiempo vacaciones laborales.
Las vacaciones son tiempo de descanso, merecido por el trabajo intenso; pero también solemos decir “descansar haciendo adobes”, porque descansar no quiere decir flojear, sino cambiar de ritmo de vida para dedicarse a fondo en otros aspectos necesarios por atender en lo personal, familiar o social.
Ciertamente las vacaciones no significan descansar de los principios y los valores que sensibilizan, sostienen y dirigen las opciones fundamentales de la vida, y que se resumen en vivir según la verdad, el bien y la belleza, no sólo para cultivar la relación humana sino también la relación con Dios.
Teniendo esto en cuenta, sugiero a usted varias cosas, que puede ejercitar sabia y fructuosamente en vacaciones:
Es sano saber disfrutar de la vida: del bien y la belleza presentes en cada persona y acontecimiento; saber apreciar lo mucho que recibimos de los demás y, en último término, de Dios a través de los demás.
También ejercite capacidades y habilidades que en tiempos de trabajo ordinario quedan un poco arrinconadas, de modo que cultive lo que le es más propio, individual e irrepetible de sí mismo y no sólo como oportunidad de desarrollo personal, sino para bien de los que están en torno suyo, sea familia o comunidad en general.
Lo mencionado anteriormente va en el sentido de “saber recibir” y “saber dar”: que incluya también, por ejemplo, el contacto con la naturaleza, la lectura de un libro que ha quedado pendiente, el diálogo con más cercanía e intimidad -diálogo conyugal, entre padres e hijos, entre hermanos, entre amigos-. Saber recibir y dar por medio del diálogo profundo, es algo muy enriquecedor.
El contacto más reposado y cercano con la naturaleza y con los demás, lleve también a incrementar el contacto con Dios.
Por otro lado, la vida no está exenta de tensiones de diverso tipo, -por ejemplo el desgaste fisiológico por la edad o una enfermedad progresiva; el tipo de relación que se ha ido estableciendo en la familia o en el trabajo; las consecuencias por decisiones y acciones mal hechas por nosotros o por otros y que nos han afectado, etc.-; dichas tensiones son parte de la existencia y de la orientación por una vida que tenga sentido. Pues bien, las vacaciones pueden ser propicias para atender con más detenimiento esas tensiones y nuestra reacción a las mismas, a fin de superar la amargura y el derrotismo y, en cambio, rehacernos interiormente, recuperando la esperanza.
Sea ahora o cuando usted las vaya a tomar, deseo para usted unas felices y fructuosas vacaciones.