Padre Miguel Rivilla San Martín
Nada más ridículo que una persona engreída y soberbia. Nada más verdadero que una persona humilde y sencilla. La soberbia es fruto de una grave distorsión de la mirada sobre sí mismo. Al soberbio le falta la perspectiva necesaria para descubrir su propia insignificancia.
El anhelo más profundo que anida en la mente y el corazón de toda persona, sea creyente o no, es el de la supervivencia, tras la muerte. La pulsión más fuerte de todos los seres humanos conscientes, tiende a la inmortalidad, es decir, a perpetuarse en el tiempo y en el espacio.
Ha sido siempre y es el deseo innato más fuerte de todos los humanos. Nuestra condición y experiencia nos dice que somos, en frase pesimista de un filósofo ateo francés, “seres para la muerte”.Desde siempre hubo dos maneras de entender la inmortalidad, según las convicciones religiosas de cada persona..
Dios suele hablar a la humanidad por signos o señales, que el hombre, único ser inteligente, debe saber interpretar para conocer el querer divino .El devenir de acontecimientos gratos o ingratos, que suceden en el tiempo y en la historia, han de poner al hombre, en reflexiva actitud de conocer lo que Dios demanda.
Ya Jesús en el Evangelio interpeló a sus oyentes porque estaban ciegos y sordos al no saber interpretar lo que Dios les comunicaba por los varios acontecimientos de la vida,
Una nota rechazable y negativa del Episcopado español y de su crítico de cine Juan Orellana sobre el inminente estreno del filme “Teresa, el cuerpo de Cristo”, del director Ray Loriga, e interpretada por Paz de Vega, publicada casi al mismo tiempo que se producía la difusión y venta en dvd de otro filme titulado “Teresa, Teresa”del director Rafael Gordon e interpretada por Isabel Ordaz y Assumpta Serna, ha llevado a una fatal confusión entre el público no avisado, confundiendo ambas producciones.
Es ciertamente llamativo para cualquier iniciado en la lengua latina, el constatar el grado de desconocimiento que tienen algunos escritores, participantes, o actuantes en diversos medios, al citar frases latinas. Se recordará, con cierto regocijo, el “Nunc dimittis” del testamento de Juan Pablo II .
Camacho, el ex jugador del Real Madrid, ex entrenador de la selección nacional y al parecer, el próximo entrenador del “equipo galáctico”, ha puesto de moda el vocablo : ¡Imparable¡.
Nada más cierto y admitido por todos sin discusión. No tanto, en el sentido primigenio y lúdico del término como él lo grita en el anuncio televisivo, sino en el así llamado sensus plenior de los escolásticos. Me explico:
Es un sinsentido hablar o escribir de lo que se ignora. A casi nadie se le ocurre escribir, por ejemplo, de física cuántica, de heráldica, de la fusión del átomo etcétera, sin un saber específico de la materia. So pena que no le importe hacer el ridículo más sonado.
Ahora bien, ¿por qué hay tantos indocumentados, ignorantes y petulantes, que se atreven, sin más ni más, a hablar o escribir sobre Religión, sin dar pie con bola y desconocer de la misa la mitad?.
Muy difícil les resulta a quienes sólo tienen en mente intereses personales o partidistas, comprender otras posturas distintas a las suyas. La Iglesia española actual es objeto de un despiadado pim pam pum por parte de muchos, que presumen de demócratas. Todo por defender, hoy como siempre, en España y fuera, pública y privadamente, en democracias o dictaduras, con coherencia y valentía, principios fundamentales, tanto para la Jerarquía como para sus fieles. Estos principios no son impositivos, solo los propone.
Es bochornoso el constatar el sectarismo, la persecución larvada y el ataque descarado que por todos y en todos los medios, el gobierno socialista viene ejerciendo contra la Iglesia católica desde que llegó al poder.
Se usa con la Iglesia una doble táctica. Talante de aparente respeto y ataque sin tregua al matrimonio, a la familia, a la enseñanza religiosa y a la moral católica.