Muy difícil les resulta a quienes sólo tienen en mente intereses personales o partidistas, comprender otras posturas distintas a las suyas. La Iglesia española actual es objeto de un despiadado pim pam pum por parte de muchos, que presumen de demócratas. Todo por defender, hoy como siempre, en España y fuera, pública y privadamente, en democracias o dictaduras, con coherencia y valentía, principios fundamentales, tanto para la Jerarquía como para sus fieles. Estos principios no son impositivos, solo los propone. Para la Iglesia son irrenunciables: el derecho a la vida, la defensa de la familia, el matrimonio, la educación y el bien común.
Injusto y no conforme a la realidad es afirmar que la Iglesia es portavoz del PP, que sus obispos se meten en política , y que están divididos entre ellos en cosas esenciales.
Como otra institución, la Iglesia goza de todos los derechos constitucionales, entre otros, la libertad de expresión (nada de mordazas), de manifestación (en las calles y no en las sacristías) de culto y de enseñanza. No es, ni tampoco pretende serlo, un partido político, ni se identifica con ninguno. No busca privilegios. No se mueve por interés crematístico ni por ideologías, sino por el Evangelio. Tiene sus fallos como todos, pero su misión es eminentemente espiritual y trascendente.
Si estas cosas se supieran y aclararan, sobrarían muchos equívocos y malentendidos, que sólo conducen a la crispación y a enrarecer la convivencia.