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Insignificancia humana

Nada más ridículo que una persona engreída y soberbia. Nada más verdadero que una persona humilde y sencilla. La soberbia es fruto de una grave distorsión de la mirada sobre sí mismo. Al soberbio le falta la perspectiva necesaria para descubrir su propia insignificancia.

Los que han viajado en avión han comprobado que a medida que se aleja uno de la tierra descubre la real dimensión del entorno en el que vivía inmerso. Todo resulta pequeño, achicado, insignificante. Quien tiende a la unión con Dios, el altísimo, el infinito, el eterno, el omnipotente, todo lo terreno le aparecerá bajo, mínimo, caduco, limitado e insignificante, comenzando por uno mismo.

Para los que están familiarizados con la revelación divina en la Sgda. Escritura, ésta nos recuerda con frecuencia la gran verdad de nuestra condición humana.”Señor, dáme a conocer mi fin y cual es la medida de mis años, para que comprenda lo caduco que soy. Me concediste un palmo de vida ,mis días son nada ante ti; el hombre no dura más que un soplo, el hombre pasa como una sombra, por un soplo se afana, atesora sin saber para quién.”( Salmo38).

Buena conclusión para todos, sería el fijar nuestra mirada y reflexión en el Infinito para cobrar la auténtica dimensión de nuestra pequeñez que nos induce a ser necesariamente humildes.