Padre Miguel Rivilla San Martín
Muy sabia la norma de S. Ignacio de Loyola a los que hacen Ejercicios Espirituales:”En tiempos de crisis no hacer cambios”.Tal norma se puede y debe aplicar a los políticos y partidos que ahora propugnan reformar la Constitución española.
Cuando el pueblo español vive días de seria preocupación ante los envites separatistas de vascos y catalanes, que cuestionan la unidad de España, sería improcedente y peligroso reformar algunos artículos constitucionales.
Desde mi condición de ciudadano español, no afiliado a ningún partido, ni ideología política; sólo desde mi profesión de fe cristiana, ajeno a otras consideraciones de tipo económico, político, partidista o social; con idéntico derecho a manifestar libre y públicamente mi opinión de aceptación o rechazo a la Constitución europea; proclamo mi oposición a la misma, entre otras, por estas razones:
· NO, porque en todo el texto se ignora a Dios y no alude para nada a las raíces cristianas de Europa.
No han exagerado lo más mínimo los pastores de la Iglesia católica, ¡y no sólo ellos¡- cuando se han pronunciado unánimes y ciertamente alarmados, por la reforma prevista del Código Civil. Se pretende, de seguir adelante la aprobación del “matrimonio” gay en el Parlamento, la desprotección del matrimonio actual, (un hombre y una mujer).
Este matrimonio desaparecería en la Ley, para que así quepa todo. Cualquier unión de dos personas, como dos hermanos, un padre y un hijo, tres hombres etc serán “matrimonio”.
Algo huele a podrido en la actual política. En muchas partes y sin pudor alguno la vida pública española se ha convertido en una ciénaga infecta, en un albañar hediondo, en un vertedero de inmundicias, donde toda corrupción tiene su asiento.
La contaminación es algo real y amenaza acabar con todo valor, dignidad y honradez.
Al prescindir de los referentes morales y religiosos, el desbordamiento de basura ha inundado muchas parcelas de nuestro vivir personal, familiar y social.
Son los de siempre. Los que no cuentan, los que no tienen voz ni voto, los marginados de la sociedad, los que ni tienen familia, vivienda, ni donde dormir y a veces, carecen hasta de un plato caliente o un pedazo de que llevarse a la boca. Son los machacados por la vida.
El Evangelio y los curas dicen que son los preferidos de Dios. Otros muchos decimos además, que son los olvidados de los hombres.
Exagerada, inútil e incomprensible la reacción del colectivo gay frente al pronunciamiento oficial de los obispos españoles respecto al matrimonio entre personas del mismo sexo. El acusar a la Iglesia de perpetrar un delito de homofobia por ser fiel a su enseñanza de siempre, indica entre otras cosas, la ignorancia, tergiversación y hasta la intolerancia de las que hacen gala dicho colectivo homosexual.
Exagerada, inútil e incomprensible la reacción del colectivo gay frente al pronunciamiento oficial de los obispos españoles respecto al matrimonio entre personas del mismo sexo. El acusar a la Iglesia de perpetrar un delito de homofobia por ser fiel a su enseñanza de siempre, indica entre otras cosas, la ignorancia, tergiversación y hasta la intolerancia de las que hacen gala dicho colectivo homosexual.
El obispo de Mondoñedo, monseñor Gea, es uno de los pastores valientes y coherentes. No es de aquellos “perros mudos” que son fustigados por la Biblia, por no alertar y defender a sus ovejas de la presencia del lobo.
Sin pelos en la lengua y como es su deber pastoral, ha recordado por Radio Gallega la enseñanza de la Iglesia católica; a saber, que “quienes voten las bodas gays no podrán comulgar sin confesar”. Al pan, pan y al vino, vino.
Está cercana la fecha del referendum sobre la constitución europea. Los políticos, los tertulianos, los diversos medios, se aprestarán para implicar al ciudadano en el tema que a todos afecta. Tal evento va a coger a la mayoría del pueblo español en la más completa ignorancia.
Es de esperar a estas alturas de desinhibición y despelote integral y global alcanzados, que pocos espectadores, como antes los estudiosos de la Historia de la Iglesia, no se escandalicen ,rasguen sus vestiduras o pierdan su
fe,al ver reflejadas en la pantalla, con mayor o mejor verosimilitud histórica, las andanzas sexuales del célebre Papa Borgia.