Exagerada, inútil e incomprensible la reacción del colectivo gay frente al pronunciamiento oficial de los obispos españoles respecto al matrimonio entre personas del mismo sexo. El acusar a la Iglesia de perpetrar un delito de homofobia por ser fiel a su enseñanza de siempre, indica entre otras cosas, la ignorancia, tergiversación y hasta la intolerancia de las que hacen gala dicho colectivo homosexual.
En efecto. La jerarquía española nada nuevo ha dicho en su postrer documento sobre el tema, sino que ha sido, una vez más, coherente con sus principios inalienables y postura secular respecto a las uniones de distinto sexo. No las considera matrimonio, no deben ser equiparados a la familia tradicional y defiende los derechos prioritarios de los niños a tener un padre y una madre.
Avalan y fundamentan esta postura de la Iglesia el sentido común, la naturaleza de las cosas, la semántica y el diccionario de la lengua, la historia de la humanidad, la revelación divina y la fidelidad a la enseñanza perenne del Magisterio. Nada más y nada menos.