Jesucristo, un verdadero líder
“Nada llena tanto mi vida como contemplar la figura de Cristo y ver la potencia de atracción irresistible que ejerce a través de los siglos. Cristo ayer, hoy y siempre. Cristo el mismo: el Señor de la historia.”
“Nada llena tanto mi vida como contemplar la figura de Cristo y ver la potencia de atracción irresistible que ejerce a través de los siglos. Cristo ayer, hoy y siempre. Cristo el mismo: el Señor de la historia.”
“Jesucristo se nos presenta en todo momento como el hombre de una sola pieza, que no necesita aparecer al exterior de diversa manera a como vive en su interior. No hay en la conciencia de su misión ningún contraste, ninguna lucha, ningún desgarrón. Por eso su postura es clara y tajante delante de Dios y de los hombres.
Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.
Entonces aparece Jesús, que viene de Galilea al Jordán donde Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Jesús le respondió: Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que salía de los cielos decía: Este es mi Hijo amado, en quien me complazco.
Se levantó una fuerte borrasca...
Mc 4,35-41
La fe nos exige creer en la presencia de Dios, incluso cuando no lo sentimos.
La vida es como una ensalada bien variada: hay momentos de tranquilidad y de turbación. A veces nos sentimos con tanta fuerza como para mover el mundo con un dedo y otras veces nos sentimos caídos en el fondo de un pozo, abandonados, sin esperanza.
No necesitamos estudiar sociología para darnos cuenta de que las tentaciones siguen a cada hombre como su sombra. Son congénitas a cada hombre. No ha existido ningún ser humano, fuera de los casos de Jesús y María, que no haya pecado; no ha habido ningún pecado que no haya sido precedido por una tentación. La tentación tiene carta de ciudadanía en todo lugar y siempre tiene sus papeles en regla para entrar en cualquier momento.
“Es abismal el misterio de la encarnación, es el Verbo de Dios, la Palabra de Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad hecha hombre, hecha a nuestra imagen, igual que nosotros para salvarnos, para redimirnos del pecado, para darle un sentido de eternidad a nuestra vida.”
“Hay en Belén un aire de delicadeza, de dignidad, de pudor, que conmueve al corazón sensible. Allí se mueve una virgen joven y bella; no hay curiosos. Cristo nace virginalmente y naciendo así opta Él mismo por la virginidad y consagra una Iglesia virgen. ¡Como que la misma soledad del lugar y del momento es un signo precisamente de la excelsa pureza de los protagonistas de aquel acontecimiento!”
“Nos encontramos en la obra de Jesucristo al Espíritu Santo como guía y artífice de la misma. Lo encontramos en el umbral mismo de la vida de Jesucristo: en la encarnación como hacedor de la misma; y nos lo volvemos a encontrar al final, sellando la obra redentora de Cristo, el día de Pentecostés. Está presente a lo largo de toda su vida: lo conduce al desierto, lo unge en el Jordán, y se establece entre los dos una perfecta unión de tal manera que el espíritu de Cristo es el Espíritu Santo.”
Cristo realizó una "misión imposible."
“Ante el cumplimiento del querer del Padre, todo lo demás (para Cristo) desaparece: riquezas, honores, tierras, aplausos, placeres, diversiones, mundo, vacaciones... Todo está traducido en lenguaje de evangelización y el mundo no es más que ese campo inmenso dónde implantar el Reino.”