Pasar al contenido principal

Germán Sánchez Griese

Los chistes de color ¿son pecado?

La vida nos presenta diversas situaciones para contar un chiste, un chascarrillo, un detalle que jalonea una sonrisa o una carcajada fresca, limpia sana. Bien decía Santa Teresa que un santo triste es un triste santo y cuentan también que San Felipe Neri no se cansaba de hacer bromas y contar chistes a sus contertulios del oratorio. Hay quien dice que para sacar de la melancolía a un pobre monje entrado en edad, lo invitó a jugar a las carreras entre los muros del claustro conventual. Al final los dos rieron y adiós melancolía.

A los 23 años...

A los 23 años se está en la plenitud de la vida. Las veleidades de la adolescencia han quedado

atrás y se comienza a vivir la juventud, que en palabras de Rubén Darío es un “divino tesoro”.

A los 23 años los horizontes son inmensos y se contempla la vida como un campo enorme listo para ser sembrado. No hay nada que parezca interponerse entre lo imaginable y aquello que podemos poner en práctica.

Días largos... resultados cortos

Progreso de vida

Defecto dominante:

Principales manifestaciones:

Virtud a conquistar:

 

 

Luces

Programa de crecimiento interior

Decálogo para educar la voluntad.

1. Busca pequeños actos en los que puedas vencerte y luchar. Aunque caigas, levántate y vuelve a empezar.

2. Vence tus gustos y tus inclinaciones más inmediatas.

3. Mientras más motivación tengas, más fuerza de voluntad irás adquiriendo.

¿Minifalda o chador?

Hay épocas en el mundo que se definen por los acontecimientos históricos que los circundan. Sin ir más lejos, la Segunda Guerra Mundial y su época inmediata posterior, la Guerra Fría, dejaron una huella indeleble en las sociedades de los años cincuentas y sesentas del siglo pasado. Y tal parece que la guerra contra el terrorismo será la encargada de delinear el futuro de las generaciones durante las primeras décadas del Tercer Milenio. Hemos oído hasta la saciedad “que las cosas” ya no volverán a ser igual.

P. Rodrigo Aguilar Alemán

-No lo pensaré dos veces. Me disfrazaré con pajarita y sombrero para auxiliar a heridos y moribundos- pensaba el joven sacerdote. Y entre la gente pasaba inadvertido de las miradas y de las balas. Era la única forma de ayudar.

-¡Bonitos collares para sus chicas! ¡Anillos de oro labrado!

-¿Cuánto cuesta este anillo?

-Cinco pesos, marchante.

-¡Sinvergüenza!, vendes requetecaro. Mejor, cómetelo.