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Números en la Biblia ¿hay que tomarlos en cuenta?

- ¿Me incineras el cilindrín?

- Disculpa macho que no pueda hacerlo, la mano me huele a volante pues hemos tumbado aguja toda la noche.

La vida diaria está salpicada de expresiones culturales adheridas a lugares y situaciones muy específicas. ¿Podríamos entender las expresiones anteriores en caso de no haber vivido en el barrio de la Castellana, en Madrid, allá por los años ochenta? La palabra es rica en significados, por más que los hispano-parlantes tengamos una Real Academia Española que “limpia, fija y da esplendor al español”. El lenguaje no es algo muerto, sino que constantemente se modifica, se engrandece. El contacto con la tecnología, las nuevas ciencias, las culturas distantes que ahora se acercan a la velocidad del internet, la hacen permeable a los cambios. Chatear, scanear, files, son términos comunes en las oficinas.

Dentro de unos años, cuando nuestros nietos lean las novelas, los libros, los artículos periodísticos que hoy nos transmiten información, o nos hacen sentir emociones hasta el llanto o la ira, ellos quizás se reirán o no entenderán nada, de la misma forma que ahora nos sucede a nosotros con los escritos de nuestros abuelos y no digamos de aquellos que escribieron siglos atrás. ¿Cómo interpretar a Manrique, a Bécquer a Hernán Cortés en sus “Cartas de relación” sin conocer el ambiente cultural que les rodeaba? Si los futuros escritores del año 2060 quisieran entender algo de lo nuestro, así como nosotros quisiéramos entender algo de los autores del pasado, deberíamos hacer un estudio del contexto cultural, de los géneros literarios, de las expresiones más usadas en ese tiempo.

Con la Biblia, podemos decir que pasa algo parecido. La Biblia es la historia apasionada del amor de Dios a los hombres, la historia de un Dios que no se cansa de buscar formas para salvar a los hombres, a pesar del olvido y la traición de ellos. Este debe ser el espíritu con que debemos leer la Biblia para aplicarla a la vida diaria. Si queremos buscar en la Biblia la explicación del futuro del mundo, a la manera de un horóscopo o de una quiromántica, estamos errados desde el principio. Por ello, decía Orígenes: “Lo que viene del Espíritu sólo es plenamente percibido por la acción del Espíritu”. Si queremos entender y aplicar la Biblia a la vida diaria, hay que leerla e interpretarla con el mismo Espíritu con que fue escrita.

Dios quiere darnos a conocer su mensaje de salvación. Pero Dios habla en la Escritura, en la Biblia por medio de los hombres y en lenguaje humano. Por lo tanto, quien interpreta la Escritura para conocer lo que Dios quiso comunicarnos debe estudiar con atención lo que los autores querían decir y lo que Dios da a conocer con dichas palabras. Muchos de los autores usan metáforas, símbolos, números para darnos a conocer ese mensaje de Dios. Para descubrir la intención del autor en esas metáforas, símbolos o números hay que tener en cuenta, entre otras cosas, los géneros literarios, pues el mensaje que Dios quiere dejarnos se presenta y se enuncia de modo diverso. Habrá que tomar en cuenta además los modos de pensar, de expresarse, las formas de narrar las cosas, los acontecimientos que se usaban en el tiempo del escritor, así como las expresiones que se solían emplear en la conversación ordinaria, los significados que ciertas imágenes, metáforas o números evocaban en la mente de los lectores o de los oyentes de la época.

Los números en la Biblia tienen su significado de acuerdo con la interpretación que debemos hacer de ellos, interpretación basada en el contexto cultural en el que escribe el autor. “Setenta veces siete” para nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI no significa otra cosa que cuatrocientos noventa, pero para el semita, por el contexto en el que vivía, el número siete era símbolo, imagen de la plenitud: en siete días Dios creó el Universo entero.

Conociendo esos giros lingüísticos podemos saber cuál es la intención del autor, que es la intención de Dios, y de esa manera entender que “setenta veces siete” quiere decir sin límite. De esta forma podré aplicar el “número” de “setenta veces siete” a mi vida diaria, a través del perdón sin límite que otorgaré a mi prójimo.

¿Debemos tomar en cuenta los números en la Biblia para la vida diaria? Sí, siempre y cuando conozcamos su significado y entendamos el Espíritu con el que fueron escritos.