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Personas e instituciones

Muy sabio el adagio latino: Humanum est errare. Equivocarse es propio de los hombres. Nadie se rasga las vestiduras por encontrar fallos de comportamiento, como se dice vulgarmente, entre las mejores familias.

La sabiduría divina en el Evangelio nos dejó unas normas de conducta válidas para todos los hombres y para todos los tiempos: “No juzguéis y no seréis juzgados...El que esté sin pecado, que tire la primera piedra”.

La misa y las buenas personas

Está bastante arraigada entre amplios sectores de bautizados la disculpa o justificación ante otros, de su inasistencia a la misa dominical. Sabido es que la eucaristía es el centro de la vida de todo cristiano.

Hoy, a pesar de las facilidades que la Iglesia ha dado para poder participar los sábados y vísperas de fiesta a quienes no puedan de otro modo, el hecho es, que gran parte de católicos no cumplen con este primordial deber de su religión.

Las buenas personas

Constituyen la inmensa mayoría de los habitantes de nuestro planeta. Son todos aquellos que han apostado en sus vidas por la verdad y el bien. Las que viven y dejan vivir a los demás y que tienen por norma no hacer a otros lo que no quieren les hagan a ellos.

Son esa inmensa legión de hombres y mujeres, jóvenes, ancianos y niños, que callada, sencilla y ocultamente, pasan por la vida en el más completo anonimato.

Personas y Animales: ante el preambulo de la constitucion europea

La cultura de Occidente y de otros muchos pueblos ha creído siempre que el hombre era superior a los animales. Esta convicción, sin embargo, es discutida en la actualidad por algunos autores del movimiento animalista, y nos exige una reflexión atenta sobre el tema.

Podemos iniciar con un párrafo del preámbulo preparado para la Constitución europea, dado a la luz primeramente en mayo de 2003, retocado en el mes de junio, y presentado en la reciente reunión de Salónica (20 de junio de 2003):