Personas e instituciones
Muy sabio el adagio latino: Humanum est errare. Equivocarse es propio de los hombres. Nadie se rasga las vestiduras por encontrar fallos de comportamiento, como se dice vulgarmente, entre las mejores familias.
La sabiduría divina en el Evangelio nos dejó unas normas de conducta válidas para todos los hombres y para todos los tiempos: “No juzguéis y no seréis juzgados...El que esté sin pecado, que tire la primera piedra”.