Padre Alejandro Cortés González-Báez
¿Y si un sacerdote se pone a hablar de política partidista? Quizás nos convenga recordar que, por querer divino, en la tierra existen dos órdenes: Uno tendiente al bien común que incluye las necesidades materiales y sociales sin perder de vista el espíritu del hombre, y otro, al bien sobrenatural, con autoridades y medios independientes, aunque, en algunos temas sean interdependientes.
Hace tiempo, después de publicar un artículo donde hacía referencia a un caso de infidelidad matrimonial, una lectora me remitió un comentario donde hace ver su extrañeza ante la capacidad de errar que tiene el ser humano, es decir, de echar a perder su vida al dejarse arrastrar por las pasiones, y en especial por la lujuria. Su texto lo condimenta con una frase, por demás, atinada: “hormona mata neurona”.
Si usted tiene la intención de entrar a la página Web de la Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma se le pedirá que anote su edad, pues es una Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma y la Modelo se unenpágina restringida a mayores de 18 años y puedo suponer que es así, pues la cerveza es una bebida alcohólica y todos sabemos el peligro de que los niños y adolescentes comiencen a tomar alcohol. Pero también puedo suponer tal limitación porque, en la citada página de Internet, se exponen fotografías de mujeres en ropa y posturas provocativas.
Si usted tiene la intención de entrar a la página Web de la Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma se le pedirá que anote su edad, pues es una página restringida a mayores de 18 años y puedo suponer que es así, pues la cerveza es una bebida alcohólica y todos sabemos el peligro de que los niños y adolescentes comiencen a tomar alcohol. Pero también puedo suponer tal limitación porque, en la citada página de Internet, se exponen fotografías de mujeres en ropa y posturas provocativas.
Hace tiempo, pude observar a un señor español cuando arreglaba una cerradura desgastada por el uso. Después de estudiarla detenidamente, volteó la cara para verme, y con tranquilidad me dijo: “Esto no está muy católico, no.” Dadas las circunstancias, deduje que para ellos “estar católico” significa estar bien hecho. La verdad me gustó la expresión, pues refleja con fuerza el aprecio que esa gente suele tener por la fe, la moral y la liturgia de la Iglesia Católica. Y con tristeza he de reconocer que “muchos católicos no estamos muy católicos, no”.
Con motivo de la publicación de uno de mis artículos recibí un curioso correo. Curioso, pues su remitente es muy joven. Me pareció oportuno publicar sus comentarios, y mis respuestas. La verdad es que disfruté mucho con este intercambio de correos, ya que me permitió comprobar que la madurez no es exclusiva de las personas mayores, sino que ha de ser proporcionada a cada etapa de la vida. También, porque queda clara la posibilidad de comunicación entre jóvenes y mayores, sobre todo en una época en la que pesa tanto la famosa brecha generacional.
Hace muchos años le oí decir a un gran señor al que admiro por muchos motivos, y que ahora está en el Cielo, que Dios había hecho cabezas perfectas, y a otra les había puesto pelo, y conversando hace poco con unos amigos sobre los diferentes tipos de calvicie, o en su caso, de cómo manejamos los calvos nuestras “cabelleras”, pudimos hacer una somera clasificación:
1. Calvo foco, o bola de billar.
2. Calvo corona de laureles.
3. Calvo con entradas.
4. Calvo con entradas que van de salida.
¿Quién no ha escuchado a algún adolescente quien sincerándose y en tono triste haya dicho: “es que mis papás no me entienden”. Otros incluso llegan a decir: “es que la traen contra mí”, confesando que estas ideas hieren sus inteligencias y, sobre todo, sus corazones.
Cuenta el Dr. Jorge Bucay que muchas personas acuden a él contando que sus vidas transcurren de manera monótona y sin expectativas, que trabajan sólo para subsistir y no saben en qué ocupar su tiempo libre. En fin, palabras más, palabras menos, están verdaderamente desesperanzadas. Antes de contarme esto ya habían visitado otros consultorios en los que recibieron la condolencia de un diagnóstico seguro: “Depresión” y la infaltable receta del antidepresivo de turno.