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La pena de muerte

La pena de muerte

 

El P. Fausto Gómez imparte clases de bioética en una universidad católica de Filipinas. Un día habla de la pena de muerte, y se muestra abiertamente contra ella: es urgente abolirla como instrumento penal.

Pero una estudiante no parece estar de acuerdo. La chica pide la palabra y dice: “Padre, yo estoy a favor de la pena de muerte”. El padre le pregunta: “¿Eres cristiana?” Ella responde: “Sí”.

Merece la pena

Pasar por la vida haciendo el bien, merece la pena

Devolver bien por mal .merece la pena

Desgastar la vida por los demás merece la pena

Ser rico y crear puestos de trabajo merece la pena

No ser rico y compartir lo que se tiene merece la pena

Mirar por la familia sin perjudicar a nadie merece la pena

Despertar cada mañana dando gracias a Dios merece la pena

Hacer el bien y no mirar a quien merece la pena

Recibir un pisotón y sonreír al distraído merece la pena

No merece la pena

Tener fama y no tener privacidad. No merece la pena.

Tener millones y no tener paz interior. No merece la pena.

Tener poder y no tener amigos. No merece la pena.

Tener “apaños” y no tener amor. No merece la pena.

Tener familia y no tener el cariño de los suyos- No merece la pena-

Tener belleza y no tener salud. No merece la pena-

Tener muchas cosas y no tener cultura. No merece la pena.

Tener juventud y no tener ilusiones. No merece la pena,

Pena de muerte y aborto

Quizá parezca un sueño, pero muchos luchan por conseguir una moratoria mundial de la pena de muerte. Grupos políticos, movimientos sociales, personas que pertenecen a distintas religiones, se unen para alcanzar esta meta. Parlamentos de algunos países apoyan el proyecto, y buscan que los organismos internacionales (Unión Europea, Naciones Unidas) asuman un proyecto tan ambicioso.

Lo que vale la pena

Enseñar ha sido siempre un reto humano. Y todo reto implica que hay algo difícil que conseguir, pero que vale la pena el esfuerzo por lograrlo.

Enseñar algo que valga la pena resulta todavía más difícil que enseñar lo primero que pueda pasarse por nuestra cabeza. Porque "lo que vale la pena" cuesta, y lo que cuesta exige dejar otras cosas que pueden ser más fáciles o más "productivas", pero menos valiosas.