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Padre Fernando Pascual L.C.

El nombre de una estrella

Inés no deja de mirar el cielo. Es la primera vez que se siente saludada por una multitud incontable de estrellas. Sus ojos van de un lado a otro, pero siempre se detienen en un lugar concreto.

Su padre también está extasiado, al ver tantas estrellas y al ver a su hija tan absorta. Inés, por fin, lanza la pregunta que crece en su corazón: “papá, ¿cómo se llama esa estrella?”

El niño que llevamos dentro

En cada adulto vive escondido un niño. Detrás de la corbata o de la blusa, detrás de las canas o de las gafas de sol, detrás de las prisas o del espejo, detrás de la mueca de tristeza o de la sonrisa entre irónica y escéptica... permanece un niño que no acaba de morir, que desea brillar con energías nuevas.

El mayor mal, el pecado

 

El mal más profundo, más destructor, más nefasto, más dañino que pueda afectar a un ser humano es el pecado.

No resulta fácil descubrir esta verdad en el mundo moderno. Si no tenemos una idea clara de quién es Dios; si no comprendemos la vocación profunda del hombre al amor; si no sentimos lo hermoso que es vivir como amigos de Cristo; si no aceptamos que somos seres espirituales y que nuestro destino eterno es el cielo... entonces el pecado no resulta un mal: simplemente no existe.

El Camino vino a nuestro encuentro

Perdidos. Quizá en un bosque, en los campos, o entre las calles de una gran ciudad. Perdidos. En medio de los ruidos, la música, las fiestas y la gente. Perdidos.

Una luz brilla en el horizonte, o encima del humo. Algo, alguien nos dice que la vida es algo más que inquietudes, placeres y fracasos. Algo, alguien, nos susurra que no nacimos para rellenar papeles, teclear ante una pantalla o ajustar clavos.

El cielo en la tierra

El mundo se hace más luminoso, más bello, cuando vivimos según el querer de Dios. Porque al vivir según Dios traemos un “poco de cielo” a la tierra.

“La tierra llega a ser «cielo» si, y en cuanto que, en ella se realiza la voluntad de Dios”, escribe Benedicto XVI en su libro “Jesús de Nazaret”. Puesto que, recuerda el Papa, “la esencia del cielo consiste en ser una sola cosa con la voluntad de Dios, la unión entre voluntad y verdad”.

El cielo y la tele

Por un momento nos dedicamos a “canalear”. Canal 1: noticias. Canal 2: una película del Oeste. Canal 3: un programa sobre el arte colonial. Canal 4: un “reality show”. Canal 5: un concurso de canciones. Canal 6: una telenovela. Canales 7, 8, 9: publicidad...

El dedo pasa de una tecla a otra, la televisión cambia de imágenes y de sonidos. Por más que vamos hacia atrás, hacia delante, no encontramos nada, absolutamente nada, sobre el cielo...

El cambio climático y la oración del campesino

<h1>El cambio climático y la oración del campesino</h1>

El clima ha cambiado miles de veces a lo largo de la historia. También ha cambiado, y mucho, nuestro comportamiento ante las lluvias fuera de tiempo, el calor en un día de invierno o un frío extraño en el verano.

Antes los pueblos rezaban a Dios para pedirle que enviase la lluvia que no llegaba, que impidiese el frío que destruía las cosechas; o rezaban también para dar gracias a Dios por el sol que brilló tanto que la cosecha fue más abundante y más sabrosa que nunca.

El amor que mueve a todo el universo

En la canción “En mi Getsemaní” podemos cantar unos versos que expresan una idea central de la fe cristiana:

“No es en las palabras ni es en las promesas
donde la historia tiene su motor secreto.
Sólo es el amor en la cruz madurado,
el amor que mueve a todo el universo”.

La historia recoge un sinfín de acciones. Se escribe cada día. Se labra como algo imborrable. Se decide desde corazones libres, desde momentos de pasión y momentos de lucidez.

El anhelo de un encuentro

Pensamientos de un ateo imaginados por un creyente que quisiera tener la suficiente fe como para poder ayudar a su hermano que no cree.

“Me dijiste que tal vez alguien me busca, o que busco a alguno.

No tengo miedo a declarar mi falta de fe. Simplemente, no creo. No soy de ningún credo, ni tengo religión, ni sé rezar, ni suspiro por reencontrar a los muertos.