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Padre Fernando Pascual L.C.

¿Una moratoria mundial del aborto?

 ¿Una moratoria mundial del aborto?


 

 

¿El 18 de diciembre de 2007 la humanidad dio un importante paso a favor de la vida: la aprobación en la Asamblea general de las Naciones Unidas de una moratoria mundial de la pena de muerte.

A los pocos días, Giuliano Ferrara, un famoso periodista italiano, lanzó la idea de promover una moratoria internacional de la “pena de aborto”.

Cuando el Papa no pudo hablar


 

 

El jueves 17 de enero de 2008 el Papa Benedicto XVI tenía una importante cita cultural: dirigir sus palabras en el acto de inauguración del año académico de la Universidad de Roma “La Sapienza”.

Pero la cita fue cancelada. Un clima de hostilidad y de intolerancia, originado por la actitud negativa de algunos profesores y alumnos, llevó a tomar esta sufrida decisión.

Derechos humanos: ¿utopía o realidad?


 

 

La Declaración Universal de los Derechos Humanos llega en este año 2008 a su 60 aniversario.

Ello nos invita a iniciar un profundo examen de conciencia. ¿Qué ha sido llevado a cabo de cuanto, con tan buena voluntad, fue aprobado el 10 de diciembre de 1948? ¿Ha quedado en utopía un esfuerzo por promover la justicia universal? ¿O podemos decir que los derechos humanos han modificado positivamente el modo de vivir de los pueblos y de las personas?

¿Y yo puedo predicar a Cristo?

 

 

Por fin, nos decidimos: vamos a hacer algo por Cristo, vamos a comprometernos a fondo por la Iglesia, vamos a dedicarnos a servir a los demás, vamos a decirles que Dios les ama y que nos lo ha dado todo en Cristo.

Pero volvemos nuestros ojos hacia dentro. ¿No seré demasiado ambicioso? ¿Tengo las cualidades necesarias? ¿No me convertiré en un hipócrita si empiezo a hablar de Cristo y al mismo tiempo cometo tantos pecados?

Compartir también lo “necesario”


 

Son ojos que penetran hasta lo más profundo del alma. Ojos de niños enflaquecidos, ansiosos de algo que no saben expresar. Ojos de ancianos abandonados en medio de la pobreza más absoluta. Ojos de madres que quisieran hacer algo por el hijo que se apaga entre sus brazos. Ojos de médicos que se sienten impotentes ante catástrofes que afectan a miles de inocentes de todas las edades.

¿Y yo puedo predicar a Cristo?

 

Por fin, nos decidimos: vamos a hacer algo por Cristo, vamos a comprometernos a fondo por la Iglesia, vamos a dedicarnos a servir a los demás, vamos a decirles que Dios les ama y que nos lo ha dado todo en Cristo.

Pero volvemos nuestros ojos hacia dentro. ¿No seré demasiado ambicioso? ¿Tengo las cualidades necesarias? ¿No me convertiré en un hipócrita si empiezo a hablar de Cristo y al mismo tiempo cometo tantos pecados?