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Muerte y vida

Muerte. Una palabra que llena el alma de congojas, de miedos, de amargura. Una palabra que significa el paso al reino de lo incierto, el fin de los sueños y esperanzas, la ruptura con aquello que creímos era nuestro.

Muerte. Una certeza, quizá la única que tenemos: un día ella llamará a nuestra puerta, y, con o sin permiso, entrará. Odiada o amada, deseada o temida, entrará, como un ladrón, cuando no lo esperemos, cuando no lo queramos, cuando no lo pensemos.

Tres lecturas de mi vida

Vamos a leer y buscar una explicación de nuestra vida. Hay muchos modos de hacerlo, y queremos ahora presentar tres posibles métodos de lectura.

Primera lectura: ver la propia vida como el resultado de lo que otros han decidido, han obrado sobre mí (a nivel físico, a nivel espiritual). O como resultado de la casualidad, del destino, de terremotos, virus y accidentes que se sucedieron de modo imprevisto, necesario, casi trágico.

Hacia el encuentro con la Vida

Desde que nacemos, toda nuestra vida es un continuo frenesí. Primero, la velocidad de un embrión, de un feto, que crece y crece con energías insospechadas. Luego, las inquietudes de un bebé, sus lloros, su sonrisa, sus sueños y sus pataleos. Llegan en seguida los primeros pasos, la aventura de un idioma, el descubrir mil cosas nuevas, el continuo “probar” con la boca a qué sabe cada clavo, pedazo de madera o juguete de plástico. Luego, el deseo de mayor libertad, los coscorrones, el inicio del parvulario...

El tejido de la vida

La marcha de la vida nos llena de acontecimientos. Hay momentos en los que todo parece ir mal. Un accidente, una muerte extraña de un familiar, el inicio de un juicio, problemas y discusiones por parte de la herencia, una calumnia lanzada al vuelo por quien antes parecía un amigo, tal vez un secuestro o un crimen. Se asoman, detrás de cualquier esquina, peligros y amenazas, enfermedades y accidentes. Nadie puede sentirse seguro: ni los jóvenes ni los ancianos, ni los “buenos” ni los “malos”, ni los ricos ni los pobres.

El sí a la vida quien sufre por amor

“Estoy tetrapléjica, apenas veo, no puedo hablar, me alimento y respiro de manera artificial y dependo de los demás absolutamente para todo. Mi materia está presa, pero mis pensamientos y sentimientos son libres. Nadie puede pensar o sentir por mí. En eso y sólo en eso soy libre. No faltan los que opinan que soy un vegetal y que mi vida no tiene valor ni sentido, pero un vegetal que piensa y siente puede ser capaz de escribir y hacer pensar y sentir a los demás.

El Sudoku de la vida

El Sudoku de la vida

El Sudoku ha tenido un éxito sorprendente. Parece fácil tener que rellenar 9 grupos de 9 casillas cada uno con los números del 1 al 9, sin que se repita ningún número ni en las filas ni en las columnas. Pero luego, a la hora de solucionar los distintos problemas, se descubren dificultades no esperadas, y más de una vez hay que tachar una solución para volver a empezar casi desde el cero.

El origen de la vida

El origen de la vida

El hombre es curioso por naturaleza. Queremos saber, no sólo cuando somos niños, sino también cuando las canas van cubriendo nuestras cabezas. Uno de los temas que más nos apasiona es descubrir el origen de la vida.

Noche de la razón

Hoy tuve la alegría de tener entre mis brazos a una niña recién nacida, cinco días tenía en el mundo, fuera de su madre esa preciosa criatura; sus padres adoptivos le pondrán “Victoria Daniela”, es decir “ViDa”. Han esperado con ansia el momento y por fin hoy por la tarde les fue entregada.

El reino de la vida

El reino de la vida
                                      

Hemos celebrado ya la cena
hemos compartido la esperanza
vamos a la vida en la confianza
que el amor redime nuestras penas

Vamos a anunciar esta alegría
que Jesús sanó nuestras heridas
vamos a entregar el pan a todos
vamos, trabajemos codo a codo
que ha llegado el Reino de la Vida