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La paciencia de Dios

La paciencia de Dios

Buscar el poder es una tentación que continuamente asecha al ser humano. Tener fuerza, tener dinero, recibir aplausos. Luego, cuando todo está en nuestras manos, cuando las voluntades han sido sometidas (ilusionadas, engañadas, asustadas), llega la hora de iniciar la utopía, de construir el mundo perfecto.

Y ese “mundo perfecto” inicia precisamente con lágrimas, con dolor, con la opresión del enemigo, con las críticas malévolas, con ese clima de miedo que reina en los sistemas totalitarios (del pasado y del presente).

La perspectiva justa

<h1>La perspectiva justa</h1>

¿Cuál es la perspectiva justa, el modo correcto de ver la vida? ¿Cómo saber si mis actos me llevan al bien, si las acciones de los demás son buenas, si el mundo avanza hacia mejoras auténticas para los hombres y para el ambiente del planeta?

Es importante encontrar la perspectiva justa. Porque si tomamos una perspectiva equivocada, no sabremos encontrar la manera correcta de pensar, de decidir, de actuar.

Que padre es tener fe

Indiscutiblemente el asunto de tener, o no tener fe, es algo absolutamente personal pues en este negocio nadie nos puede obligar. Sin embargo, esto no significa que sea asunto puramente individual pues la fe la da Dios y somos cada uno de nosotros quienes la aceptamos o la rechazamos. De forma que es Él quien da, porque le da la gana y yo quien recibe libremente. Ahora bien, la fe puede tener como objeto a uno o varios dioses, pueden ser indeterminados, genéricos...

Puros cuentos

Comida en casa de unos amigos. Un pequeño de cuatro años frente a la televisión. En la pantalla: figuras de híbridos humano-animales con gestos de coraje. Sonidos extraños, rugidos y rayos fulminantes que salen de poderosas armas. Lenguaje amenazante. Las figuras se transforman, crecen, vuelan, desaparecen, se electrizan, mueren y reviven sin mayor explicación. El pequeño no se mueve, absorto por lo que tiene enfrente. No queda claro hasta dónde un personaje es bueno, malo, o simplemente un guerrero que sabe matar.

Promesas, sólo promesas

Paco Bobadilla pasó por Monterrey desde su querida tierra peruana, y tuve la fortuna de conversar con él. La verdad es que me impresionó grandemente descubrir a un hombre culto y sencillo (cualidades que, dicho sea de paso, suelen ir de la mano, cuando la cultura es auténtica, y no simple pose, como la de aquellos que tienen la cabeza llena de ciencia fatua, y el alma vacía). He de reconocer que disfruto enormemente cada vez que me encuentro con quienes se merecen -sin más rodeos- el calificativo de “seres pensantes”, y Paco juega en ese equipo.

Pues hazte cura...

 

Allá por los años sesentas, un queridísimo sacerdote a quien debo mucho, circulaba por calles del Distrito Federal en un coche “Valiant” de aquel año, que un amigo le había prestado para ir a confesar. Es cierto que entonces aquel coche, sin ser lujoso, llamaba la atención. 

Problemas sin solución

 

Con cierta frecuencia recibo correos en los que me hacen preguntas con un grado de dificultad mayor que los clavados de ocho vueltas hacia atrás con medio giro desde el trampolín de tres metros. Por una parte, es necesario entender que quienes me cuestionan están viviendo situaciones sumamente delicadas. Claro está que me gustaría poder ayudar a resolver todos los problemas, pero no pocas veces he de declarar que no veo una solución directa en cada caso. 

Prepárese a ser pobre

 

Todos sabemos que cuando se da la voz de alarma ante contingencias mayores como los huracanes, erupciones volcánicas o los rompimientos de presas, se han de tomar las medidas convenientes y oportunas. En algunos de esos casos lo mejor es abandonar la zona de peligro, opción que a veces no es viable.