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“Porque amaba a tu madre”

El hijo pregunta a su papá: “papá, ¿por qué me has dado la vida?” El papá responde: “porque amaba a tu madre”.

El ejemplo, presentado por un obispo italiano, monseñor Carlo Caffarra, pone el amor como el primer paso de la fecundidad, de la vida, en aquellas parejas que quieren vivir unidas bajo el signo de la entrega mutua.

Cada nuevo hijo nace gracias a otros, depende de otros en su existencia. Esta dependencia explica las profundas relaciones que se establecen entre el hijo y sus padres.

¿Productos de la concepción?

Los niños acaban de salir de la escuela. Corren, en grupos desorganizados, hacia el parque. En un instante organizan sus juegos, en medio de un griterío lleno de entusiasmo.

Juanito, Sandra, Pepe, Alfonso, Felipe, Jimena, Marifer, corren entre los árboles, saltan en los jardines. Cada uno se identifica por un nombre, un mote, y unos apellidos. Cada uno tiene una historia, una vida maravillosa, el cariño de sus padres. Cada uno fue un día (¿dejó alguna vez de serlo?) producto de una concepción.

Papás que se hacen niños

“Mi padre es grande, grande de verdad, cada vez que se convierte nuevamente en un niño”. Así cantaba un coro infantil en un festival no hace mucho tiempo. Y es que dentro de cada padre, de cada madre, se esconde siempre el haber sido un niño. A veces sale a la luz este “niño escondido”. Otras veces ese niño permanece oculto, invisible, pero no por eso deja de estar allí.

Mis padres no me quieren sacerdote

En el cielo están inquietos. Varios ángeles han llegado con mensajes dramáticos de jóvenes que no encuentran el apoyo de sus padres a la hora de seguir la vocación de Dios al sacerdocio o a la vida consagrada.

“¿Por qué, Dios mío, mis padres no quieren que sea sacerdote?” “Mi madre me ha dicho furiosa que no desea saber nada de mi vocación”. “Ayúdame, Jesús, a encontrar fuerzas para hacer lo que Dios quiere de mí”. “¿Cómo puedo decirle a mis padres que Dios me quiere carmelita?”

La pedagogía del amor

Papá y mamá se han ido a la cama, y, cuando van a apagar la luz, se asoma, por la puerta entreabierta, la cabecita morena de Juanín. “¿Me puedo acostar con vosotros?”. Mamá no puede decir que no, aunque quizá papá, que está más cansado, parece que levanta las cejas como para decir: “ya empezamos...”

La pedagogía del amor

Papá y mamá se han ido a la cama, y, cuando van a apagar la luz, se asoma, por la puerta entreabierta, la cabecita morena de Juanín. “¿Me puedo acostar con vosotros?”. Mamá no puede decir que no, aunque quizá papá, que está más cansado, parece que levanta las cejas como para decir: “ya empezamos...”

Perseverancia

 

Con este último artículo llegamos al principio. ¿Al principio? ¿Me habré equivocado o se habrá equivocado el editor de catholic.net al escribir estas palabras? No. No ha habido ninguna equivocación en ninguno de nosotros. Lo confirmo: con este último artículo llegamos al principio. Al principio de la historia de tu vida que de ahora en adelante deberás escribir de cara a Dios.