Pasar al contenido principal

N

Nuestro ángel de la guarda

Nuestro ángel de la guarda

Muchos tienen la costumbre de hablar con su ángel de la guarda. Le piden ayuda para resolver un problema familiar, para encontrar un estacionamiento, para no ser engañados en las compras, para dar un consejo acertado a un amigo, para consolar a los abuelos, a los padres o a los hijos.

Nuevos sacerdotes para evangelizar

Nuevos sacerdotes para evangelizar

Un joven se acerca a la sede del celebrante. El obispo le impone, en silencio, las manos. El joven vuelve al altar, se pone de rodillas, espera.

El obispo pronuncia las palabras de ordenación. Desde ese momento, el Espíritu Santo desciende. Un cristiano empieza a ser sacerdote “para siempre”.

¿Qué ha ocurrido antes de esos momentos? ¿Cómo llega cada joven a darle un sí total a Cristo?

Nos acercamos a Ti, Señor

Nos acercamos a Ti, Señor

Son incontables los caminos que nos acercan a Cristo. Muchos están reflejados en el Evangelio, con sus escenas sencillas de encuentros decisivos.

Unos van a Cristo llevados por la curiosidad. Desean saber qué dice y qué hace este personaje venido de un poblado casi desconocido de Galilea.

Otros van a Jesús deslumbrados por su fama, tal vez con el deseo de pedir un milagro. Gritan, suplican, lloran, se ponen a los pies del Maestro. No dejan de insistir hasta que no consigan una curación, un milagro, un cambio profundo en sus vidas.

No somos lo que queremos ser

“Y una lucecita que apenas se ve
cuando estoy a solas va diciéndome
que no soy yo, que aun no soy yo”.

Reflexionamos sobre estos versos de una famosa canción. Hay algo en nuestros corazones que nos interroga continuamente, que nos pone ante lo que hacemos, lo que nos preocupa, lo que queremos, lo que soñamos, y nos dice que todavía hay que caminar, hay que conquistar nuevas metas, hay que ir hacia montañas lejanas.

Ese nefasto clericalismo

Con motivo de mi último artículo, me escribió un lector quien disiente sobre algunas afirmaciones. Lo cual nos ha llevado a intercambiar opiniones interesantes. Selecciono aquí algunos puntos.

-El lector firma sin anotar las siglas de su título universitario, pues dice: Creo que el capital y el valor de una persona está en su nombre y no en un título.

La noticia más importante

Cuando se produce una gran noticia, un acontecimiento, bueno o triste, alegre o desgraciado, todos queremos saber qué dirá la prensa. ¿Como presentarán la noticia en la televisión, la radio, los periódicos, los semanarios, las páginas informativas de internet?

Pensamos, a veces, que los medios de comunicación nos ayudan a comprender la realidad. Pero tal creencia necesita ser pasada a prueba. ¿De verdad la prensa sabe lo que pasa en el mundo? Y, cuando lo llega a saber, ¿nos lo dice abiertamente y sin “censuras” de ningún tipo?

En nuestras manos

Nos impresiona pensar que alguien depende de nosotros, que su vida está en nuestras manos. Un niño pequeño, un anciano en situación de invalidez, un enfermo mental, nos necesitan, nos piden que estemos a su lado para ofrecer cariño, ayuda, comprensión.

Lo que nunca se debe hacer ante fenómenos demoníacos

Lo que nunca se debe hacer

Sea cual sea el fenómeno que sufra o crea estar sufriendo lo que nunca, jamás, se debe hacer es ir a un brujo para acabar con cualquiera de estos fenómenos (sea posesión, mal de ojo, etc, etc). Y cuando digo brujo me refiero también a videntes, curanderos, santones, etc. Sólo se debe ir a sacerdotes o a grupos de oración de la renovación carismática. Ir a un brujo no sólo no solucionará nada, sino que puede poner una influencia maligna donde no la hay.

La Navidad de los otros

“Navidad, ilusión, pon tus sueños a volar”, dice la canción. Estos días remueven dentro de nosotros tantas cosas que resucitan la alegría si se había perdido, fomentan la generosidad y el amor, la alegría de reencontrarnos niños, el quitarnos máscaras que la vida pegó en nuestros rostros, olvidar la lucha y las zancadillas y el arte de avanzar a codazos y las risas hipócritas, restañar heridas, borrar con la sonrisa los surcos que dejaron las amarguras.