El hijo prodigo
El hijo prodigo
En la parábola del hijo pródigo el hijo pide la parte de la herencia que le toca; el: Padre queda reducido a un simple transmisor de un patrimonio. Lo único que al hijo le interesa del padre son los bienes, no sus consejos, sus valores, su cariño. Pide su parte de la herencia como si su padre estuviera ya muerto. Lo que más debió herir el corazón del padre fue la ingratitud. La arrogancia inherente de todo pecado queda aquí especialmente manifiesta.