Si
tenéis que lamentar deficiencias en vuestra vida, que éstas se deban a
la debilidad de vuestra naturaleza y no a que habéis hecho las paces
con vuestros enemigos. Huid del aburguesamiento espiritual que excluye
todo sacrificio, todo heroísmo de la práctica de la virtud y de la vida
cristiana, y que es la negación misma del amor. Hoy, más que nunca, en
la Iglesia de Cristo pululan los falsos profetas que, cegados por el
espejismo de allanar y facilitar el cristianismo, predican una vida
cristiana a nivel mundano, compatible con la multiforme "idolatría de
las riquezas" de la vida moderna, con la exclusión de la cruz, del
sacrificio interno y externo, y de la radical negación de este mundo
predicada por Cristo en su Evangelio. Sí, es necesario encarnar a
Cristo en las realidades de esta tierra; y presentarlo así a los
hombres no con una faz triste, sino de vida resucitada, alentada por la
esperanza de su triunfo; es necesario predicar a los hombres la
alegría, el optimismo y la libertad de los que han recibido la adopción
divina.