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Amor y libertad

Hay circunstancias en que nuestra libertad se ve lesionada, pero otras veces es el mismo ser humano el que se engaña a sí mismo cegado por las pasiones, el temperamento o el ambiente. Todos podemos elegir el camino fácil en lugar del arduo.

Amor a la Eucaristía

Los Congresos Eucarísticos Internacionales se celebran ordinariamente cada 4 años, en la ciudad designada por el Romano Pontífice. El Congreso anterior tuvo lugar en Roma, en el año 2000. Al concluir, el Santo Padre designó a la Perla Tapatía como la sede siguiente. La Eucaristía es el tesoro más grande de la Iglesia, por eso nunca se meditará bastante sobre ella. La Eucaristía ha sido definida por la Constitución dogmática Lumen gentium como “fuente y cumbre de toda la vida cristiana” (n. 11).  

Amistad, noviazgo y alegría

La amistad y el noviazgo son relaciones maravillosa si el objetivo es conocerse, y compartir momentos y aficiones, sin olvidar que lo más fácil es enamorarse; y lo más difícil, permanecer enamorados.

Una cosa es que tu cuerpo ya esté preparado para tener relaciones sexuales, y otra cosa es que tu mente lo esté. ¿Quieres mucho a tu novio (a)? Pídele que te respete porque tú no eres objeto de placer. Pídele que te cuide, y que se cuide él, porque las relaciones sexuales prematuras bajan la autoestima.

Amar es acercar a la gente a Dios

Juan Pablo II recordaba: “Precisamente porque el hombre es un ser personal, no se pueden cumplir las obligaciones para con él si no es amándolo”  (Memoria e identidad, Planeta, México 2005, p. 165)

El apostolado se fundamenta en el trato personal, en la amistad y en el cariño, y así la confidencia surge espontánea. Hemos de ir por un plano inclinado con los amigos y con los hijos. Primero lo humano: la

Alegría y optimismo

Que importante es que caminemos in novitate sensu, con la novedad de encontrar que todo es gracia, que cada día supone un regalo inmenso de Dios a cada uno. Pero hoy, ya no es tan fácil encontrar la alegría; de hecho, se ha vuelto más bien excepcional.  

Un documento antiguo explica: Una persona alegre obra el bien, gusta de las cosas buenas y agrada a Dios. En cambio, el triste siempre obra el mal (PASTOR DE HERMAS, Mand. 10, 1).

Alegría en el noviazgo

El ser humano recibe la vida como un don y como una tarea. Está dotado para realizar múltiples actividades y para forjar una personalidad propia. Puede tener buenas o malas amistades que dan lugar a “encuentros” profundos o superficiales.

La sexualidad no es un juguete que podamos tomar o dejar a nuestro gusto. En cuanto entramos en su radio de acción, quedamos sometidos en buena medida a sus leyes implacables.

Afanarse en la educación de los hijos, dice el Crisóstomo

San Juan Crisóstomo escribió, en el siglo IV; un libro sobre La vanagloria y la educación de los hijos. A este santo, arzobispo de Constantinopla, la gente le puso el apodo de "Crisóstomo" que significa: "boca de oro", porque sus predicaciones eran enormemente apreciadas por sus oyentes. Este el más famoso orador nació en Antioquía (Siria) en el año 347. Era hijo único de un gran militar y de una mujer virtuosísima, Antusa, que ha sido declarada santa también.

Adulterio y algo más

El amor es la vocación fundamental de todo ser humano. Todos deseamos amar y

ser amados sin equívocos. El don del cuerpo en la relación sexual es el símbolo de la donación total de la persona. Esto no se consigue con el adulterio pues esa pareja, al no ser verdaderos esposos, actúan con mentira como si lo fueran, falsean así uso de la sexualidad y se hieren a sí mismos en lo más profundo.

Acercar a la gente a Dios

El Concilio Vaticano II es el concilio de nuestro tiempo y uno de los más importantes de nuestra historia. Es convocado por el Papa Juan XXIII. Cuando a Juan XXIII le preguntaron: ¿Por qué hacer un concilio? Su respuesta fue profética:

—“Porque necesitamos abrir una ventana. Necesitamos aire fresco”.

 

No se trataba de sancionar doctrinas o condenar errores. Se trataba de una renovación de la vida de la Iglesia, de tener un diálogo con el mundo. No se trataba de hacer diagnósticos deprimentes sino de dar remedios alentadores y mensajes de esperanza.