Guido de Pomposa, Santo
Monje, 31 de marzo
Etimológicamente significa “madera, bosque”. Viene de la lengua alemana.
Abre de par en par las puertas de la confianza: ella superará la duda, la desconfianza, la vergüenza de existir.
Abre de par en par las puertas de la alegría, y la oración común será celebración de una fiesta que no tendrá fin.
Este joven llegó a ser abad en el siglo XI. Una de las abadías más famosas y que atraían a más gente, fue, sin duda, la de Pomposa por su bello estilo románico y sus líneas arquitectónicas abaciales.
Los monjes se habían establecido a las orillas del Po. Su lema era el de su fundador san Benito: “ora et labora” (reza y trabaja).
Para rezar, construyeron una iglesia dedicada a la Virgen María. Para el trabajo, tenían huertas y campos.
Los hacían fértiles mediante riegos y otras labores agrícolas.
Hicieron el campanario más bello de la región y toda la Italia de la Edad Media.
Era una invitación a la oración y al trabajo, además de marcar la hora para los vecinos y campesinos.
Este monasterio llegó a ser rico y, al mismo tiempo, se convirtió en centro de cultura, arte y espiritualidad.
El monje Guido de Arezzo descubrió la escala de siete notas. Guido de Pomposa resume todo el profundo sentido religioso de aquella abadía.
Había nacido en Casamari, cerca de Rávena.
Era un joven mundano. Pero en una peregrinación a Roma, abrió las puertas de par en par al Espíritu de Dios, y volvió completamente cambiado.
Se metió a monje, aunque ostentaba el derecho al título de ser el príncipe del imperio. Lo nombraron abad. Cuando el emperador Enrique III lo envió a Piacenza, murió en el camino en el año 1046.