La cruz
tiene que estar presente y tiene que doblegarnos bajo su peso. No
penséis nunca en una vida fácil, lejos del sufrimiento, del sacrificio.
La vida terrena es para luchar, es para caer en el polvo mil veces y
levantarse otras mil veces; es una vida para ser humillados por amor a
Cristo. No soñéis con vidas sin cruces, más bien pensad en cruces con
Cristo. Porque la cruz es un instrumento connatural a la vida del
hombre; y en especial, para aquellos que por vocación hemos aceptado
seguir a Cristo por los caminos del Calvario. Ahora bien, llevad esa
cruz con alegría, con el amor con que se ama lo propio; llevad esa cruz
con optimismo, con el optimismo del cristiano que por la Fe conoce la
trascendencia de su vida de frente a la eternidad.
Llevad esa cruz y ayudad a otros a llevarla, como buenos samaritanos.