Ser
fiel en el momento de la prosperidad, no cuesta ni es difícil; ser fiel
cuando los hombres nos aprecian, es fácil; ser fiel cuando no hay
tentaciones, ser fiel cuando se está en consolación, cuando todo nos
resulta como nosotros lo queremos, cosa bien sencilla es; pero hemos de
tener muy presente nuestra promesa de fidelidad en las horas amargas de
la vida; cuando nos persigan, cuando nos calumnien, cuando el Señor nos
deje en grandes sequedades y aumente su amargura por tentaciones contra
la fe, cuando permita que nuestras pasiones se quieren rebelar, cuando
nos amargue la tentación; cuando buscando algún consuelo entre los
nuestros, todos se manifiesten indiferentes a nuestras penas y se
avergüencen de nosotros, y nos abandonen y hasta nos vituperen,
entonces, hijo mío, entonces es cuando vale la pena ser fieles.