¿Ha visto los enormes conflictos en que se debaten tantos hombres que no conocen a Cristo? Tantos jóvenes envejecidos prematuramente por el vicio, con el alma lacerada por el hastío, por el desengaño, por la frustración o el aburrimiento; su vida ha perdido la brújula, ¿para qué y por qué vivir? No tiene respuesta. De aquí al suicidio no hay sino un paso lógico que muchos por desgracia, dan. ¡Y sin embargo, Cristo es el camino, la verdad y la vida! ¡Oh, si hubiera quien le señalara el camino, quien les sugiriera jovialmente que Él es el amigo que buscan, el amigo que no engaña ni defrauda, paciente, poderoso y bueno, que sufre y se alegra al unísono con ellos...! Sin duda, se rescataría a muchos jóvenes, y de verdad encontrarían su felicidad.