¿Cuál será tu respuesta?
Dios que te llama pone ante ti una misión. Quizá nos hemos acostumbrado a oírlo y lo repetimos sin penetrar en el trasfondo de amor y en las consecuencias de eternidad que comporta: ¿quién es Dios? ¿Quién soy yo? Y, en el centro, mediándonos, su voz. En esta ocasión, no imperativa, como cuando creó todas las cosas: «Hágase», sino humilde, sugerente, invitante, preñada de amor: «Si quieres ...». Pero, no seamos ingenuos. Esta voz de apariencia humilde, respetuosa, es portadora de un querer de Dios. Es así como el llamado de Dios queda pendiente de tu voluntad. Dios ha expresado su voluntad, ¿cuál será tu respuesta? Es tremendo tener que reducir a esta simplicidad el problema, pero sólo así alcanzamos la luz suficiente para ver. Hay momentos en la vida, cuando cegados por la pasión, el egoísmo o la sensualidad, quisiéramos que el problema tuviera más datos, que fuese más complicado, que hubiese alguna escapatoria, donde pudiésemos suspender la libertad, sin comprometerla... Pero la voz de Dios es espada que penetra y nos saca fuera, a la luz, al desnudo: «Si quieres...».