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Cristo, nuestro modelo

No tenemos otro modelo para forjar nuestra personalidad que Cristo, como nos lo presenta el Evangelio; le será de mucha utilidad meditarlo y deducir cómo las dos líneas de fuerza de esa vigorosa personalidad fueron el amor a las cosas de su Padre y el amor a los hombres por lo que tienen de necesitados; en torno a estos dos ejes organiza su vida, su doctrina y por esos dos amores abraza la muerte más dura que podamos imaginar. Es decir, es lo contrario de una personalidad autista, cerrada sobre sí, en la concha de su propio mundo (intereses o preocupaciones), y esencialmente abierta a los demás.