Mi experiencia personal ha sido ésta: cuando todo me ha fallado: amistades, ayuda de los hombres; cuando la persecución se ha asomado a mis puertas, entonces lo único que me sostenía era la figura adorada y real de Cristo. Y el día de mañana, cuando los hombres se olviden de nosotros solamente una cruz, y en ella Cristo, seguirá abrazando nuestra sepultura como guardián eterno de una amistad comenzada en esta tierra.