Oración para cuando estés triste.
Hoy llego a ti, Señor,
sin flechas, sin oro, ni incienso;
roto y cansado del viaje,
enlodado de sombras y lejos del cielo.
Loco con mis pesares,
casi sin fe y esperanza vengo;
cruzando lomas y valles,
peregrina mi alma sin dueño.
¿Dónde está el arroyo fresco?
¿Dónde yace la fuente cristalina?
¿Dónde la luz que alumbró mi vida?
¿Dónde el bálsamo para mi herida?
Ten compasión, Señor de tanta pena,
y tanto dolor en mi cuerpo yerto.
¡Cuánto pesa, Señor, la triste cadena,
que arrastra mi espíritu muerto