ENSÉÑAME, SEÑOR, A ENVEJECER
Señor, enséñame a envejecer.
Convénceme de que no son injustos conmigo
los que me quitan responsabilidad, los que no me piden mi opinión, los
que llaman a otro para que ocupe mi puesto.
Quítame el orgullo de mi
experiencia pasada; quítame el sentimiento de creerme indispensable, que
en este gradual despego de las cosas yo sólo vea la ley del tiempo, y
considere este relevo en los trabajos como manifestación interesante de
la vida, que se releva bajo el impulso de tu providencia.
Pero ayúdame, Señor, para que todavía sea útil a los demás, contribuyendo
con mi optimismo y oración a la alegría y entusiasmo de los que ahora
tienen la responsabilidad; viviendo en contacto humilde y sereno con el
mundo que cambia, sin lamentarme por el pasado que ya se fue; aceptando
mi salida de los campos de actividad, como acepto con naturalidad la
puesta del sol.
Finalmente te pido que me perdones si solo en esta hora
caigo en la cuenta de cuanto me has amado, y concédeme que mire con
mucha gratitud hacia el destino feliz que me tienes preparado y hacia el
cual me orientaste en el primer momento de mi vida.