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Fe

Amar a los que nos odian

El pasado domingo se escucharon con claridad en toda la redondez de la tierra las palabras más tremendas que salieron de labios de Jesucristo; y Jesús dijo muchas cosas tremendas, duras de escuchar -y más difíciles aún de vivir, ¿impracticables?-, al punto de que algunos discípulos contemporáneos lo abandonaron y otras gentes se burlaron de él.

Savio Hon Tai-Fai

 ¿No se te hace, lector amigo, un objetivo fascinante? ¡Llevar a los hombres la luz de la verdad! ¡Está tan oscurecido el horizonte! Difícil tarea, es evidente -como toda empresa noble-, pero no imposible. Empresa atrayente, seductora, por la que vale la pena dar la vida. Viajando por la ciudad de Roma leí en un muro esta antigua inscripción latina: “nil dificile volenti”: nada es difícil para el que quiere. “Llevar a los hombres la luz de la verdad”, nos propone ahora Benedicto XVI. Recordar al hombre -a cada hombre y a cada mujer- su gran nobleza de hijos de Dios.

El día en que conocí a Juan Pablo II

Cuando se difundió la noticia de que el Papa Juan Pablo II sería beatificado el próximo primero de mayo,  me vino de inmediato el recuerdo de su primer viaje a México, en enero de 1979. Fue en el Colegio Miguel Ángel de la Colonia Florida (Distrito Federal) cuando lo conocí.
Aquella mañana de invierno, se reunieron miles de chiquillos con sus papás y profesores para esperar el arribo del Santo Padre al Centro Educativo. Me acuerdo que el cielo lucía intensamente azul y había un ambiente de fiesta. Yo me encontraba en medio de la multitud.

Caminos de desierto

Recuerdo una novela de Marlo Morlan, “Las voces del desierto”, que narra de un viaje por el interior de Australia, junto a una tribu de aborígenes. Al inicio del viaje, la protagonista es invitada a ponerse ropa adecuada, y ve con horror como todas sus pertenencias son echadas al fuego. No llevan un “camión almacén” con provisiones, no necesita nada: “Sólo cuando se haya talado el último árbol, sólo cuando se haya envenenado el último río, sólo cuando se haya pescado el último pez; sólo entonces descubrirás que el dinero no es comestible”.

La esposa creyente de Stephen Hawking

 

Sobre algunas de las afirmaciones del próximo libro de Stephen Hawking ya se ha dicho y escrito demasiado. Pero siguiendo con el físico británico, quiero desviar un poco la atención de las hipótesis descabelladas a un interesante artículo publicado –nada menos– por el periódico español El Mundo (cf. 05.09.2010) sobre la huella de Dios en la vida de este ateo.

La misericordia de Dios y el poder de la oración

Mercedes Aroz

La fe es un don gratuito de Dios. Sólo así puedo comprender lo que me aconteció inesperadamente hace pocos años, y que ha supuesto pasar de la increencia y de una ideología marxista materialista, sobre la que construí mi vida y la de mi familia, a la fe cristiana. Pero este don llegó primero a mi hijo menor que me precedió varios años en el camino de la fe, lo que lleva a plantear la relación de ambos hechos.

Consejos a un joven sacerdote

Al cumplir los noventa años deseo informarte de algunas normas que han orientado mi vida. 

1.- Me ordené a los 33 años, he cumplido los 90 y no me he arrepentido ni un minuto. Elegí bien. Si volviera a nacer elegiría lo mismo. 

2.- Valora tu vocación. El sacerdote es el mayor bienhechor de la humanidad, pues sólo él puede dar la vida eterna.