El 2 de abril de 2005 marcó un parteaguas para la historia moderna, el máximo jerarca de la Iglesia Católica moría en Roma. Mientras un numeroso grupo de personas gritaban al unísono ¡Santo Subito!, mientras un gran dolor tras la perdida de Juan Pablo II aquejaba a la humanidad, la gran pregunta era ¿Quién lo sucedería? Así pues tras un cónclave considerado como corto (23 horas) el 19 de abril, la fumarola blanca nos indicaba ¡Habemus Papam!, y así se anunciaba que el que fuera en el pontificado de Juan Pablo II, el Prefecto para la Doctrina de la Fe: Joseph Ratzinger, alemán de 78 años de edad se constituiría como el Papa numero 265, bajo el nombre de Benedicto XVI.
Creíamos –gracias a los avances tecnológicos- conocer todo de Benedicto XVI, sabíamos que es el “gran teólogo de nuestra época”, que es un gran melómano, y que sobre todo que es un hombre dócil a las inspiraciones del Espíritu Santo, sin embargo a través de “Luz del Mundo, el Papa, la Iglesia y el signo de los tiempos” una entrevista realizada por el periodista Peter Seewald, nos adentramos a su pensamiento y a su visión de diversos temas. El dialogo resulta además de interesante y necesario, sumamente oportuno. En Palabras del autor: “El mensaje de Benedicto XVI es un dramático llamamiento a la Iglesia y a cada individuo”.
Más que saciar el morbo, quisiera despertar la inquietud de leer el libro, de hecho este texto es una descarada invitación para hacerlo, ya que dentro de sus páginas podremos encontrar, las respuestas a las interrogantes como, el Papa Juan Pablo II ¿deseaba que él le sucediera?, ¿ve televisión?, ¿cuales son sus películas favoritas?, si se toma descansos (que para algunos pudieran resultar frivolidades), pero también responde a interrogantes sobre temas polémicos, ¿la Iglesia se encuentra en crisis?, sobre el escándalo de los abusos, si desde su óptica ¿ha cometido errores?, si existe un temor a sufrir un atentado, la opinión sobre Maciel, y utilizando un léxico actual, si Benedicto XVI se considera un “workaholic”.
Es el mismo Papa, quien concede un diagnostico sobre nuestra contemporaneidad: “la humanidad esta en una bifurcación, es tiempo de entrar en razones, de cambiar, de convertirse. Se podrían enumerar muchos problemas que existen en la actualidad y que es preciso resolver, pero todos ellos sólo se pueden resolver si se pone a Dios en el centro, si Dios resulta de nuevo visible en el mundo”.
Para Benedicto XVI, el mundo ha sucumbido ante una Dictadura del Relativismo, que reconoce como nada definitivo y que deja cómo última medida sólo el propio yo y sus antojos… por eso hay que aprender y ejercitar de nuevo la humildad de reconocer la verdad y permitirle constituirse en parámetro; y mientras contesta a todas y cada una de las cuestiones, el periodista define a su entrevistado como “un gran hombre que se da, que se vacía totalmente en su acto de don”; aquel hombre de mirada serena y sonrisa franca, a quien el teólogo liberal Eugen Biser, lo cuenta entre los Papas más importantes de la historia, en palabras de Biser, “con Benedicto XV comienza una Iglesia, en que, por la invitación a la experiencia de Dios, Cristo habita en los corazones de los hombres”. Es por tanto un hombre ecuménico, ecológico, y no nos olvidemos que el papa realiza pues, una labor de representación, es el Vicario de Cristo, por tanto es un ser sensible ante las necesidades y sufrimiento de su grey, de su rebaño, pero su preocupación no es acotada sino que como los brazos del crucificado, abarca a toda la humanidad, creyentes o no.
Sin temor al error, podría afirmar que es un Papa lacerado por terribles y perversas campañas de desprestigio, basta citar tan solo la que emprendió CNN al tacharlo de cómplice de abusos, al respecto de estos ataques el filosofo judío francés Bernhard-Henry Lévy señalaba que “tan pronto como se habla de Benedicto XVI, toda discusión pasa a estar regida por prejuicios, falta de sinceridad y hasta por la más lisa y llana desinformación”
Ante la pregunta que en un vuelo me hacia otro pasajero de por qué habría de leerse una entrevista realizada al sucesor de Pedro, yo le contestaba el mismo argumento que he desarrollado en los párrafos anteriores, y sobre todo que al igual que sus encíclicas este texto es un must, incluso apostillaré, por razones meramente intelectuales es urgente y obligatorio dejarse eclipsar por la brillantez de Benedicto XVI. Razón y Fe, Fe y Razón editorializada.
Encontramos en el evangelio de Juan (8,12), las palabras que Jesucristo pronunció y aún siguen sacudiéndonos: “Yo soy la luz del mundo; quien me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”, viviendo en una realidad confusa, en un relativismo absoluto, en una sociedad egoísta, necesitamos de esa “Luz”, y por tanto no podría ser más sugerente el título de esta entrega. “Luz del mundo”, altamente recomendado, un libro que rebasó por completo mis expectativas, seis horas de conversación con el Pontífice de nuestro tiempo sin censura alguna vertidas en 227 páginas en las que se percibe “no solo la precisión de su pensamiento y la esperanza que proviene de la fe, sino que se hace visible de forma especial un resplandor de la Luz del mundo, del rostro de Jesucristo, que quiere salir del encuentro de cada ser humano y no excluye a nadie”. “Luz del mundo”, un libro para curar el daltonismo moral y prevenirnos de la ceguera ética que padecemos