Con gracia me comentaban unos estudiantes de cómo algunos amigos suyos estudian Ciencias Políticas y bromeaban diciendo que llevan una materia de: “Protestas ciudadanas, paros y manifestaciones”, impartida por un Licenciado en Administración de huelgas. Esta semana, abundando en el mismo tema, me llegó un chiste por correo electrónico que dice así:
Un ingeniero, un matemático, un químico, un informático y un político conversaban y alardeaban acerca de la inteligencia de sus perros. El ingeniero le mandó a su perro: Hormigón, hazlo. Hormigón trotó hasta el depósito, agarró unos ladrillos, unas tablitas y rápidamente armó una caseta. Todos admitieron que esto era casi increíble. Pero el matemático dijo que su perro podía hacer algo mejor y lo llamó: Logaritmo, hazlo. Logaritmo fue hasta la cocina y volvió con una docena de galletas. Las dividió en 4 pilas iguales de 3 galletitas cada una. Todos admitieron que eso era genial. Pero también el químico dijo que su perro podía hacer algo aún mejor: Bióxido, hazlo. Bióxido se levantó, caminó hasta la heladera, tomó un litro de leche, agarró un vaso mediano y lo llenó completamente de leche sin volcar ni una gota. Todos aceptaron que esto era muy impresionante. Sólo que el informático sabía que podía ganarles a todos. Megabyte: hazlo. Megabyte atravesó el cuarto, encendió la computadora, revisó si tenia virus, mejoró el sistema operativo, mandó un e-mail e instaló un jueguito excelente. Todos sabían que esto era muy difícil de superar así que miraron al político y le dijeron: -Y su perro, ¿qué puede hacer? .... El político llamó a su perro y le dijo: Mañoso: hazlo. Mañoso se paró de un salto, se comió las galletas, se bebió la leche, borró todos los archivos de la computadora, acosó a los otros cuatro perros, y después se echó a descansar en la caseta que había construido el perro del ingeniero.
Los invito ahora a asomarnos a la vida de Santo Tomás Moro: Nació en Cheapside, Inglaterra en 1478. A los 22 años ya llegó a ser doctor en Leyes y profesor brillante. Se casó, tuvo cuatro hijos y fue un excelente esposo y un cariñosísimo papá. En 1529 fue nombrado Gran Canciller de Enrique VIII. Su vocación era actuar en el gobierno y escribir libros. El autor de “La Utopía” (lo que no existe) ya llevaba dos años como Canciller cuando el rey se divorció de su legítima esposa y se fue a vivir con la concubina Ana Bolena, y como el Sumo Pontífice no aceptó este divorcio, el rey se declaró Jefe Supremo de la religión de la nación, y declaró la persecución contra todo el que no aceptara su divorcio o no lo aceptara a él como reemplazo del Papa en Roma. Muchos católicos murieron por oponerse a todo esto. Tomás no aceptó ni el divorcio, ni el que tratara de reemplazar al Sumo Pontífice. Entonces fue destituido de su alto puesto, le confiscaron sus bienes y el rey lo mandó encerrar en la Torre de Londres. Allí estuvo Tomás encerrado durante 15 largos meses.
Cuando le pidieron que aceptara lo que el rey le mandaba, respondió: “Tengo que obedecer a lo que mi conciencia me manda, y pensar en la salvación de mi alma. Eso es mucho más importante que todo lo que el mundo pueda ofrecer”. Se le dictó entonces sentencia de muerte. El se despidió de sus hijos y volvió a ser encerrado en la Torre de Londres hasta que en la madrugada del 6 de julio de 1535 le comunicaron que lo llevarían al sitio del martirio, él se colocó su mejor ropa. De buen humor, como siempre, dijo al salir al corredor frío: “por favor, mi abrigo, porque voy a morir, pero no quiero resfriarme”.
Haciendo referencia a la traición de Judas, había escrito: “La somnolencia. Con razón dice Cristo que los hijos de las tinieblas son mucho más astutos que los hijos de la luz. Y nosotros, ¿Estamos despiertos mientras otros maquinan? ¿Estamos despiertos en nuestras universidades fomentando una cultura de la vida humanizadora, mientras otras universidades pueden estar produciendo tesis contrarias a la dignidad del ser humano? ¿Estamos despiertos mientras nuestras leyes atentan contra la vida y la dignidad humana? ¿Estamos despiertos mientras crean nuevos términos y manipulan conceptos y lenguaje? Legisladores, filósofos, educadores, periodistas, estudiantes, juristas, jueces, médicos, pastores, intelectuales, religiosos, hombres de gobierno, padres de familia, familias enteras, pueblo amante de lo verdadero, ¿Estamos acaso despiertos?”.
Gracias a Dios no faltan políticos honrados y con una maravillosa vocación de servicio, pero cuánto trabajo en pos del bien común está todavía encerrado en el depósito de las buenas intenciones. El ejemplo y la obra de Santo Tomás puede ser una estupenda fuente de inspiración para muchos.