Una ayuda imprescindible
El Espíritu Santo actúa en nuestra vida
1) Para saber
Si hemos observado o viajado en un barco de vela, seguramente sabremos la conveniencia de que el viento sople a nuestro favor, es decir, en dirección hacia adonde nos dirigimos. Y por el contrario, sabemos que si no hay viento, es necesario ponerse a remar si queremos avanzar. Con viento, el esfuerzo es mínimo y avanzamos con rapidez. Sin viento, se nos dificulta y nos lleva poner más esfuerzo para llegar a nuestro destino.
Pues bien, esa comparación nos puede ayudar para comprender la acción del Espíritu Santo con sus Dones en nuestro camino de la vida hacia nuestra meta final. Nuestro Señor Jesucristo nos ha dejado marcada la meta para alcanzarla: “Sean, pues perfectos, como su Padre celestial es perfecto”.
Para alcanzar esa meta contamos con las virtudes que conseguimos a través de nuestro esfuerzo: la prudencia, la fortaleza, la templanza, etc., son esas virtudes que nos ayudan a avanzar en nuestro camino. Pero esas virtudes no bastan. Se asemejan a los remos con los que tenemos que impulsar nuestra barca para avanzar. Contamos además, y sobre todo, con los Dones del Espíritu Santo, que representan el viento que favorece grandemente nuestro avance hacia nuestro destino, y con esta ayuda imprescindible sí que se puede alcanzar esa meta tan alta.
2) Para pensar
Suele suceder que estando una madre mostrando a su hijo pequeño a sus amigas, el niño de repente comienza a llorar o a gritar. Las amigas dan sus opiniones sobre lo que le pasa al niño, pero la madre es la que con certeza dice que le sucede al niño: ya sea que tenga hambre o alguna otra molestia. Las madres captan perfectamente las necesidades de sus hijos pequeños.
Sucede que una persona es capaz de intuir fácilmente lo que necesita o quiere la persona a quien ama. A veces no se necesitan palabras, basta una mirada para intuir lo que quiere decirnos. En nuestra relación con Dios sucede algo similar: si lo amamos, podemos escuchar fácilmente las divinas inspiraciones del Espíritu Santo.
Los Dones del Espíritu Santo nos llegan de Dios, pero podemos facilitar su desarrollo si acrecentamos en nuestros corazones la caridad. Pongamos un mayor esfuerzo en amar a Dios y a los demás, y entonces nos será más fácil captar lo que el Espíritu Santo quiera decirnos.
3) Para vivir
A continuación transcribo una oración que compuso San Josemaría Escrivá y que solía rezarla con frecuencia:
“¡Ven, oh Santo Espíritu!: ilumina mi entendimiento, para conocer tus mandatos: fortalece mi corazón contra las insidias del enemigo; inflama mi voluntad… He oído tu voz, y no quiero endurecerme y resistir, diciendo: después…, mañana. Nunc coepi! ¡Ahora!, no vaya a ser que el mañana me falte.
¡Oh, Espíritu de verdad y de sabiduría, Espíritu de entendimiento y de consejo, Espíritu de gozo y de paz!: quiero lo que quieras, quiero porque quieres, quiero como quieras, quiero cuando quieras.”