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Sociedad gel

Cuando era joven (o sea yo, no usted), los muchachos solíamos tener parámetros de diversión bastantes diferentes a los de las nuevas generaciones con sus “Nintendos”, “Lap-tops” y “I-pods”. No era raro que nosotros fuéramos capaces de meternos en una alberca de agua verde. No estoy exagerando, pues aunque el asco hacía acto de presencia, el deseo de aventura lo superaba. En una de esas ocasiones un amigo comenzó a pegar de gritos y salió de la alberca sacándose del traje de baño una culebra.

En la actualidad son muchos los niños pobres que les exigen a sus padres como si fueran ricos, y muchos niños ricos son simplemente insoportables. La ausencia de autoridad moral tiene mucho que ver con la pérdida de los criterios justos; con los valores inalterables; con los principios morales objetivos y, en definitiva, con un verdadero amor a la verdad. Pero no, ahora está de moda lo opinable; la pluralidad; lo amorfo, lo neutro.

Nuestra sociedad es blanda, pareciera estar hecha de gel, sin consistencia, incapaz de ofrecer el sustento que sirva de base para poder edificar vidas sólidamente cimentadas. Antes, los valores se apoyaban en la roca firme de la dignidad de la persona, de la familia, de la patria y de la religión. Hoy, en cambio, muchas vidas se hunden en un pantano amorfo e insustancial.

Si queremos mejorar, habremos de formar personas macizas y coherentes, con ideales nobles y virtudes bien arraigadas, con ánimo de servicio y deseos de mejorar la sociedad, con ideas claras y capacidad de juicio. ¿Será mucho pedir?

A diario sufrimos las consecuencias de vivir dominados por nuestros caprichos, cada vez que no ponemos a funcionar la inteligencia, sino sólo los sentimientos, así pues no es infrecuente superar la cuota diaria aceptable de errores humanos. Además, el relativismo es un medio para que los poderosos puedan manejar la sociedad.

Por otra parte, pareciera que las únicas "verdades" importantes que habríamos de enseñar a los jóvenes son las referentes a los medios para evitar embarazos. En definitiva, se cambian las virtudes por preservativos, y con ello se empequeñece al ser humano.

Además vivimos inmersos en un materialismo práctico agresivo y empapados por un diluvio de información que no ayudan a formar las inteligencias, sino simplemente a llenarlas de datos inútiles, produciendo una pérdida de la libertad moral. Nos urge una actitud positiva, de escucha ante la verdad, que supere los márgenes del dinero, de la polítiquería barata y del placer.

Sin embargo, afortunadamente dentro de la sociedad hay mucha gente que suele actuar como "purificadores". Ahora podemos preguntarnos: ¿de qué lado estamos nosotros?