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Ser artistas de nuestra vida. Para ser buenos alumnos de Dios

Ser artistas de nuestra vida

Para ser buenos alumnos de Dios

1) Para saber

Acaba de pasar la fiesta del Espíritu Santo, y el Papa Benedicto XVI nos ha recordado que el “Espíritu Creador viene en nuestra ayuda. Ha entrado en la historia y así nos habla de un modo nuevo”.

Es frecuente observar que cuando un niño está aprendiendo a escribir, el profesor o sus padres, además de mostrarle la forma en que son las letras y las palabras, no se conforman con ello, sino que ellos mismos suelen tomarle la mano al pequeño, y la van guiando a fin de que logre escribir sus primeros trazos.

Algo semejante sucede en nuestra vida espiritual. No estamos solos para alcanzar la santidad, que es la meta espiritual que Jesucristo nos ha señalado.

Ciertamente es una meta alta, pero Él mismo nos ha enviado una ayuda extraordinaria: al Espíritu Santo. En efecto, al Espíritu Santo se le suele denominar Maestro, pues Él nos enseña y dirige hacia nuestra santificación, hacia Dios.

Además de impulsarnos e iluminarnos, Él mismo nos conduce “de la mano” para llegar a formar, en nosotros, la imagen de Jesucristo. Y ello lo hace de tal forma que, sin quitarnos nada de nuestra libertad, nuestras obras llevan un toque “divino”, llevan la perfección que Dios nos pide.

2) Para pensar

Los grandes artistas suelen tener muchos discípulos que los imitan, de tal manera que forman una “escuela” que sigue las características del maestro. Tal fue el caso del genial pintor del siglo XVI Rafael Sanzio. Este pintor enseñaba cómo debían de preparar los colores, cómo preparar la tela y bosquejaba los dibujos que debían completar sus discípulos. Éstos comenzaban a pintar, pero cuando llegaba el momento de hacer el trabajo más fino de la pintura, en donde debía haber el toque maestro para hacer de la pintura una obra maestra, entonces Rafael mismo tomaba los pinceles apropiados y trazaba los rasgos más finos de su obra maravillosa.

Así es el Espíritu Santo que quiere realizar en nosotros su obra maestra que es la imagen de Jesucristo. Los “pinceles” o instrumentos que utiliza para llevar a cabo su obra son precisamente los Dones del Espíritu Santo. Nosotros, como sus discípulos, tenemos nuestros instrumentos que son las virtudes con los que vamos trazando en nuestros corazones la imagen de Jesucristo, pero llega un momento en que no son suficientes para realizar una obra tan grande y entra en acción el Espíritu Santo.

El Papa nos señala que el Espíritu Santo es el Amor de Dios y viene para que tengamos vida. Pero una vida que se encuentra en el donarse, como el mismo Espíritu que don. “Esto es lo que debemos aprender de Cristo; y esto es lo que nos enseña el Espíritu Santo, que es puro don”: darnos por los demás.

3) Para vivir

Siguiendo con el ejemplo del maestro que trata de enseñarle a escribir al niño, podemos concluir que el aprendizaje será más fácil y rápido si el niño está atento a las indicaciones del maestro y no opone resistencia. Nosotros, de igual manera, hemos de saber escuchar sus inspiraciones.

Aunque el Espíritu Santo puede hablarnos en cualquier momento, podemos disponernos mejor para escucharlo si dedicamos al día unos momentos exclusivamente para hablar con Él. Eso es hacer oración.

Sin hacer cosas raras, consiste en hablar de modo sencillo con Dios. ¿De qué? Sobre aquello que nos acontece, lo que nos preocupa, nos entristece o nos alegra.

Podemos invitar al Espíritu Santo para que sea nuestro Maestro; fijar una cita para su “clase” a determinada hora todos los días, y nos sorprenderemos de las enseñanzas que gustoso nos mostrará.