Buscar siempre la verdad
¿Rezamos con esperanza y confianza?
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
El Papa Benedicto XVI suele dar una Audiencia cada miércoles a diversas personas que están en Roma. No es difícil asistir a ellas, pues está abierta a todo público, aunque hay que pedir en el mismo Vaticano, con cierta anticipación, los boletos, que son gratuitos, para poder así escucharlo y recibir su bendición.
En esas Audiencias el Papa ha querido seguir un orden en su prédica. Anteriormente, Juan Pablo II había hablado, por ejemplo, sobre el Credo o los Salmos de la Sagrada Escritura. Recientemente el Papa Benedicto XVI ha querido hablarnos sobre los Padres de la Iglesia. Así lo manifestó hace unos días: “Después de las fiestas navideñas, quisiera volver a meditar sobre los padres de la Iglesia y hablar hoy del padre más grande de la Iglesia latina, san Agustín: hombre de pasión y de fe, de elevadísima inteligencia y de incansable entrega pastora”.
2) Para pensar
El Papa no escatimó elogios para este gran santo que: “ha dejado una huella profundísima en la vida cultural de Occidente y de todo el mundo… Pocas veces una civilización ha encontrado un espíritu tan grande, capaz de acoger los valores y de exaltar su intrínseca riqueza, inventando ideas y formas de las que se alimentarían las generaciones posteriores, tal y como subrayó también Pablo VI: «Se puede decir que todo el pensamiento de la antigüedad confluye en su obra y de esa se derivan corrientes de pensamiento que penetran toda la tradición doctrinal de los siglos sucesivos» (AAS, 62, 1970, p. 426). Agustín es, además, el padre de la Iglesia que ha dejado el mayor número de obras”.
El Papa quiso centrar su discurso en la vida de San Agustín, la cual se haya recogida en uno de sus libros más famosos y leídos que se llama las «Confesiones», una extraordinaria biografía espiritual escrita para alabanza de Dios. Recordó que Agustín nació en Tagaste, África, el 13 de noviembre de 354 y fue hijo de Patricio, un pagano que después llegó a ser catecúmeno, y de Mónica, fervorosa cristiana. Esta mujer apasionada, venerada como santa, ejerció en su hijo una enorme influencia, pues además de educarlo en la fe cristiana, nunca dejó de pedir con insistencia por su alma.
El Papa señaló que Agustín siempre quedó fascinado por la figura de Jesucristo; siempre amó a Jesús, pero que de joven se alejó de la prácticas en la Iglesia, como les sucede también hoy a muchos jóvenes. Era un muchacho de agudísima inteligencia, aunque no siempre fue estudiante ejemplar.
Agustín tuvo un gran amor por la sabiduría. Fue un brillante y famoso maestro de retórica. Cuando leyó la Biblia no supo interpretarla y se alejó de la Iglesia cayendo en la secta de los maniqueos. Su madre, preocupada, no dejaba de encomendarlo.
Con el pasar del tiempo, Agustín comenzó a alejarse de la fe de los maniqueos, que le decepcionaron, pues eran incapaces de resolver sus dudas. En Milán, al escuchar las bellísimas predicaciones del obispo Ambrosio, supo comprender la verdadera interpretación de la Biblia. Así redescubrió a Jesucristo y a su Iglesia. Comprendió que todo el Antiguo Testamento es un camino hacia Jesucristo. Por lo que decidió volver a la Iglesia.
3) Para vivir
Podemos señalar que la biografía de San Agustín es también el camino de todo aquel que busca la verdad y no descansa hasta encontrarla. Por ello es un ejemplo a seguir. Si no desistimos en encontrar la verdad que guíe nuestro andar en la vida, la gracia de Dios no faltará para hallarla. Nuestro Señor nos invita solicitar: “Así, pues, os digo: Pedid y se os dará; buscad y hallaréis” (Lc 11,9).
También podemos aprender la eficacia de la oración de una madre, que tampoco desistió de pedir para que su hijo encontrara el verdadero camino hacia Dios. En su conversión, mucho tuvieron que ver esas oraciones. Aprendamos a rezar con esperanza y abandono en el Señor.